En el imponente escenario del Estadio Lusail, el Real Madrid demostró una vez más por qué es el gigante del fútbol mundial, aplastando las esperanzas del Pachuca que soñaba con levantar la Copa Intercontinental. El marcador final, un contundente 3-0, no refleja del todo el esfuerzo de los Tuzos, quienes jugaron con el corazón en la cancha, pero el talento y la precisión de los Merengues fueron simplemente abrumadores.
Desde el pitido inicial, se notaba la intención del Pachuca de no salir a defenderse, sino de ir por el partido. Sin embargo, la clase de jugadores como Mbappé, Rodrygo y Vinicius Jr. marcó la diferencia. El francés, con su velocidad y astucia, abrió el marcador en el minuto 37, después de una jugada que dejó a la defensa mexicana sin respuesta.
La segunda mitad fue aún más desafiante para los mexicanos. Rodrygo, con un golazo que necesitó la intervención del VAR para validarse, amplió la ventaja al 53′. La categoría de la jugada fue digna de la final de un torneo tan prestigioso. El partido se cerró con un penal que Vinicius Jr. transformó en gol, después de que el árbitro revisara una jugada en el VAR, sellando así el destino del Pachuca.
A pesar de la derrota, hay que reconocer el valor y el fútbol que Pachuca mostró en el terreno de juego. Fueron momentos en los que parecía que podrían haber cambiado la historia, como aquel gol anulado a Ángel Mena por fuera de juego. Pero, al final, la experiencia y la calidad individual del Real Madrid prevalecieron.
Así pues, el Real Madrid agrega una nueva estrella a su ya brillante palmarés, mientras que el Pachuca, aunque con el sabor amargo de la derrota, se lleva el respeto y la admiración de haber llegado tan lejos como subcampeón. En el fútbol, a veces, el resultado no cuenta toda la historia, y esta final en el Lusail es un claro ejemplo de ello.