En un giro inesperado de los patrones climáticos, el Océano Atlántico ha comenzado a enfriarse, un fenómeno que podría dar lugar a la «Niña Atlántica», con potenciales efectos significativos en la temporada de huracanes de este año. Desde junio de 2024, las temperaturas en la superficie del Atlántico ecuatorial central han estado entre 0.5 y 1.0 grados Celsius por debajo del promedio esperado, lo que ha puesto en alerta a los meteorólogos y científicos del clima.
La Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA) ha estado monitoreando de cerca esta situación, ya que, si las temperaturas frías persisten hasta finales de agosto, podría declararse oficialmente un evento de «Niña Atlántica». Este fenómeno, similar al conocido «El Niño» en el Pacífico, tiene la capacidad de influir en el clima global, pero con un enfoque particular en la cuenca del Atlántico.
La Niña Atlántica forma parte de un ciclo climático natural conocido como el modo zonal del Atlántico, que alterna entre fases frías y cálidas cada pocos años. Durante una fase fría, como la que podría estar en desarrollo, los vientos del sureste desplazan el agua superficial del océano, trayendo a la superficie aguas más frías desde las profundidades. Este proceso, conocido como surgencia ecuatorial, puede alterar significativamente la dinámica atmosférica y oceánica en la región.
A pesar de la aparente debilidad de los vientos en algunas regiones ecuatoriales durante junio y julio de 2024, las aguas en esta parte del Atlántico han mostrado una rápida transición de condiciones cálidas a frías. Este cambio, que se ha desarrollado con una velocidad sin precedentes desde que se comenzó a monitorear este fenómeno en 1982, está acercándose al umbral necesario para declarar un evento de Niña Atlántica.
El enfriamiento del Atlántico podría tener consecuencias importantes para la temporada de huracanes en el Atlántico. Aunque una diferencia de 0.5 grados Celsius en la temperatura del océano podría parecer mínima, la NOAA advierte que incluso este pequeño cambio puede afectar los patrones de lluvia y sequía en regiones clave como el Caribe, el Golfo de Guinea y el noreste de Sudamérica.
Históricamente, se ha demostrado que la Niña Atlántica puede aumentar la probabilidad de que se formen huracanes poderosos cerca de las islas de Cabo Verde, lo que podría tener implicaciones para las comunidades costeras en el Atlántico. Además, si bien la NOAA ha basado su pronóstico estacional en una actividad de huracanes por encima de lo normal, en parte debido al desarrollo de condiciones de La Niña en el Pacífico, la aparición de la Niña Atlántica podría moderar esta actividad a medida que avance la temporada.
Con la temporada de huracanes en pleno desarrollo, los ojos del mundo están puestos en cómo evolucionará este fenómeno en las próximas semanas. La NOAA continuará monitoreando las temperaturas del Atlántico y proporcionará actualizaciones sobre si la Niña Atlántica se materializa y cómo podría influir en la temporada de huracanes y en el clima global.
El desarrollo de la Niña Atlántica es un recordatorio de la complejidad y la interconexión de los sistemas climáticos de nuestro planeta. A medida que enfrentamos los desafíos del cambio climático, comprender estos fenómenos y sus posibles impactos se vuelve más crucial que nunca.