El color morado se ha consolidado como un emblema poderoso en las manifestaciones del Día Internacional de la Mujer, convirtiéndose en un símbolo universal de lucha, dignidad y esperanza para las reivindicaciones feministas en todo el mundo. Pero, ¿cuál es el origen de esta elección cromática que tiñe las calles cada 8 de marzo, especialmente en eventos significativos como las marchas en la Ciudad de México y otros estados?
La historia del color morado en el movimiento feminista es rica y multifacética, con raíces que se extienden a través de siglos de lucha por la igualdad de género. En sus inicios, durante la primera década del siglo pasado, las sufragistas inglesas eligieron una paleta de colores compuesta por morado, blanco y verde para representar sus demandas: el morado simbolizando la realeza y la dignidad, el blanco la pureza y honestidad, y el verde la esperanza de un nuevo comienzo.
Esta elección no solo reflejaba la nobleza de su causa, sino que también marcaba una clara distinción entre su lucha por el sufragio femenino y otras corrientes políticas de la época. Figuras como Emmeline Pethick y la revolucionaria Aleksandra Kolontái, han contribuido a enriquecer el significado del color morado, asociándolo cada vez más a la igualdad de género y a la lucha específica por los derechos de la mujer.
Sin embargo, una de las explicaciones más conmovedoras y que ha calado profundamente en el imaginario colectivo del feminismo contemporáneo, se relaciona con el trágico incendio en la fábrica téxtil Triangle Shirtwaist de Nueva York en 1911. La catástrofe, que cobró la vida de más de 140 trabajadores, en su mayoría mujeres jóvenes inmigrantes, puso en evidencia las inhumanas condiciones laborales y se convirtió en un catalizador para las primeras grandes protestas feministas. Según la leyenda, las prendas que confeccionaban las trabajadoras eran de color lila, y el humo del incendio se describió como violeta, lo que ha llevado a asociar este color con el recuerdo de las víctimas y su lucha por la justicia laboral.
En la actualidad, el color morado trasciende su significado histórico para representar una visión más amplia del feminismo, como lo describe la escritora Gemma Lienas: una perspectiva a través de la cual se debe mirar el mundo, enfatizando la importancia de la igualdad, el respeto y la solidaridad entre géneros.
Cada 8 de marzo, el morado no solo decora las vestimentas y los carteles de las manifestantes, sino que también pinta un cuadro de unidad y fuerza colectiva, recordándonos la importancia de continuar la lucha por un mundo más justo e igualitario para todas las mujeres.