El mayor juicio por pederastia en Francia sacude al sistema sanitario y a la sociedad

Por Juan Pablo Ojeda

 

En la ciudad bretona de Vannes arrancó el que se considera el mayor juicio por pederastia en la historia de Francia, un caso que ha puesto en el banquillo al cirujano Joël Le Scouarnec, de 74 años. El médico enfrenta acusaciones por abusos sexuales y violaciones a 299 menores, con una edad promedio de 11 años, cometidos entre 1989 y 2014 en diversos hospitales y clínicas del oeste del país. Más allá del escalofriante número de víctimas, este proceso expone las graves fallas del sistema sanitario francés, que durante más de tres décadas permitió que el acusado operara sin restricciones, a pesar de múltiples señales de alerta.

El juicio, que coincide con la reciente conmoción por el caso de Gisèle Pelicot —violada por su esposo y decenas de hombres mientras estaba inconsciente—, ha captado una atención mediática sin precedentes, con casi 500 periodistas acreditados. A las puertas del tribunal, asociaciones como Solidaire 56 se manifestaron exigiendo justicia. “La mayoría de las violaciones quedan impunes. Pedimos que se escuche a las víctimas y que las instituciones actúen para acabar con esta violencia”, declaró Morgane Guessant, portavoz del colectivo. Entre los asistentes, el padre de Mathis, una víctima que se suicidó 14 años después de sufrir abusos a los 10 años, expresó entre lágrimas: “Solo quiero que reconozca lo que hizo y que pague”.

Le Scouarnec, quien ya cumple prisión por violaciones en su entorno familiar, llegó al tribunal bajo estrictas medidas de seguridad. Enfrenta una posible condena de hasta 20 años por delitos que incluyen 111 violaciones agravadas y 189 agresiones sexuales agravadas. Gran parte de las pruebas provienen de sus propios diarios, descubiertos en 2017 tras una denuncia por la violación de una niña de 6 años, hija de sus vecinos. En esos escritos, el cirujano detallaba minuciosamente sus atrocidades —caricias, felaciones, penetraciones— y se autodescribía como “exhibicionista, voyeur, sádico, masoquista, escatológico, fetichista, pedófilo”, afirmando estar “muy feliz” con sus actos.

El caso también destapa una cadena de negligencias institucionales. En 2005, Le Scouarnec fue condenado a cuatro meses de prisión exentos de cumplimiento por posesión de material pedopornográfico, en una investigación liderada por el FBI. Sin embargo, errores administrativos evitaron que esa condena quedara registrada en su expediente, permitiéndole pasar de un hospital privado en Vannes a uno público en Quimperlé, donde continuó sus abusos. Su modus operandi era calculado: aprovechaba su autoridad como médico para abusar de menores en sus habitaciones durante supuestas revisiones o en quirófanos, mientras los pacientes estaban anestesiados.

Las secuelas en las víctimas, mitad hombres y mitad mujeres, son profundas. Muchos han reconocido problemas psicológicos que solo entendieron tras ser contactados por los gendarmes. El juicio, que se extenderá por cuatro meses, no solo busca castigar al responsable, sino también cuestionar cómo el sistema sanitario y judicial permitió que un depredador actuara impunemente durante tanto tiempo.

 

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