Un reciente estudio ha arrojado una luz brillante sobre una de las frutas más amadas y consumidas a nivel global: el mango. Este delicioso manjar, que crece en más de 100 países y es apreciado por su sabor en numerosas culturas, tiene ahora un reconocimiento más en su haber: el potencial de reducir riesgos vasculares y ser una bomba de antioxidantes.
La doctora Mee Young Hong, de la Escuela de Ciencias del Ejercicio y Nutrición de la Facultad de Salud y Servicios Humanos de la Universidad Estatal de San Diego, nos sorprende con datos elocuentes: con solo 70 calorías, una ración de mango (3/4 de taza) aporta el 50% del valor diario de vitamina C, 15% de folato y 15% de cobre, convirtiéndolo, sin lugar a dudas, en un superalimento.
Sin embargo, la grandeza del mango no se detiene ahí. Además de ser una fuente inagotable de vitaminas y minerales como la vitamina A, vitamina E, vitamina B6 y potasio, es rico en fibra dietética, lo que favorece la digestión y el bienestar intestinal.
En este sentido, lo que más llama la atención es la presencia de un compuesto bioactivo: la mangiferina, que además de los conocidos beneficios de las vitaminas, resalta por su capacidad para proteger las células contra el daño de los radicales libres.
Por supuesto, como con todo, es esencial el consumo moderado. A pesar de su dulzura natural, el mango contiene azúcares. Pero esto no eclipsa su contribución a una dieta equilibrada y su amplio espectro de beneficios para la salud, ya que, como demuestran los hallazgos, su consumo puede contribuir significativamente a mantener a raya diversas enfermedades y a mejorar la calidad de vida.