Imagina estar en la jungla de Costa Rica y ver a un pequeño lagarto saltar al agua. No sale a respirar de inmediato. En vez de eso, se queda bajo el agua ¡con una burbuja en la cabeza que le sirve como tanque de oxígeno! ¿Quién lo diría? Este peculiar comportamiento del anole buceador (Anolis aquaticus) está sorprendiendo a los científicos y te contamos por qué.
¿Quién?
Este descubrimiento llega gracias a la Dra. Lindsey Swierk, profesora adjunta de investigación en ciencias biológicas en la Universidad de Binghamton, quien ha estudiado cómo este pequeño lagarto semiacuático se las arregla para respirar bajo el agua sin tener branquias ni habilidades mágicas.
¿Cómo?
El truco está en la burbuja. Al sumergirse, el anole exhala creando una burbuja de aire que se pega a su hocico y a las escamas hidrofóbicas de su piel. ¡No se disuelve ni flota! Esa burbuja funciona como su propio «tanque de oxígeno». Además, puede inhalar nuevamente ese aire, en un proceso llamado «reinspiración», lo que le permite reciclar el oxígeno ya exhalado. Como si fuera poco, la burbuja también filtra dióxido de carbono al agua y, en menor medida, le permite absorber oxígeno del entorno acuático.
¿Cuándo y dónde?
Este asombroso hallazgo fue documentado en la revista científica Biology Letters, con imágenes captadas directamente en los arroyos tropicales de Costa Rica, donde los anoles se sumergen con estilo.
¿Por qué?
La naturaleza no deja de sorprendernos. Este comportamiento no solo permite a los anoles permanecer bajo el agua hasta 18 minutos—mucho más tiempo que otros reptiles—sino que también les ofrece una ventaja contra depredadores terrestres. Además, les facilita acceder a comida en su entorno acuático. Sin embargo, pasar tanto tiempo bajo el agua tiene su costo: los anoles pueden enfriarse en los arroyos montañosos, lo que afecta su metabolismo.
Este curioso sistema es una prueba más de cómo los animales se adaptan a su entorno, y en el caso del anole buceador, ¡lo hace de una manera que parece sacada de un cómic de superhéroes!