En 1950, el cine mexicano estaba en la cima de su gloria, pero todo cambiaría con una película que sacudió hasta los cimientos de la sociedad: «Los Olvidados». Esta cinta, dirigida por el cineasta español Luis Buñuel, es considerada la culpable del declive de la época dorada del cine mexicano. ¡Y vaya que armó revuelo!
«Los Olvidados» estuvo en cartelera solo tres días, pero esos días bastaron para que la prensa y la clase alta pusieran el grito en el cielo. Querían quemar a Buñuel y todo lo que oliera a él. Grabada en Nonoalco, en los entonces límites norteños de la Ciudad de México, la película tenía una visión desgarradora sobre los niños de la calle, aquellos de los que nadie hablaba, los olvidados.
El poeta Octavio Paz, en una reseña memorable, dijo: “Pero Los Olvidados es algo más que un filme realista. El sueño, el deseo, el horror, el delirio, el azar, la porción nocturna de la vida, también tiene su parte. Y el peso de la realidad que nos muestra es de tal modo atroz, que acaba por parecernos imposible, insoportable. Y así es: la realidad es insoportable; y por eso, porque no la soporta, el hombre mata y muere, ama y crea”.
Originalmente llamada «La Manzana Podrida», la película no contaba con nombres de peso en su elenco. Estela Inda, Miguel Inclán, Alfonso Mejía y un grupo de niños comandado por Roberto Cobo, quien se convirtió en el inolvidable «El Jaibo», eran los protagonistas. Cobo había sido un extra en varias cintas y, por casualidad, terminó audicionando para Buñuel cuando buscaba un papel en una película de Tin Tan.
Desde el principio, la película enfrentó problemas tanto dentro como fuera del set. Oscar Dancingers, el productor, se opuso a muchos detalles que consideraba amorales; Jorge Negrete, líder del Sindicato de Actores, intentó detener su grabación; y hasta una peinadora renunció por una escena particularmente dura. Incluso Pedro de Urdimalas, coescritor del guion, pidió que su nombre no apareciera en los créditos.
En la primera función privada, figuras como Lupe Marín, esposa de Diego Rivera, y Bertha, esposa de León Felipe, atacaron a Buñuel, llamándolo miserable. Pero no todos fueron detractores: David Alfaro Siqueiros aplaudió el trabajo, llamando a Buñuel un genio.
A pesar de todo, Buñuel filmó «Los Olvidados» en solo 21 días y, aunque la cinta se convertiría en una de las más galardonadas de su carrera, solo recibió dos mil dólares por ella. Frente a las críticas, Buñuel declaró en una entrevista: “La libertad total no existe, yo jamás he sido libre, yo soy libre cuando cierro mis ojos y estoy conmigo mismo sin que sepa que ya estoy viejo”.
El presidente Miguel Alemán estaba impulsando la industrialización del país, y el cine estaba en su apogeo. Las reacciones violentas ante la cinta reflejaban este clima de cambio. Algunos cines fueron destruidos por asistentes furiosos durante el estreno en noviembre de 1950, y la “Liga de la Decencia” intentó expulsar a Buñuel del país. Aunque no lo lograron, el director dejó México por un tiempo.
A pesar de las críticas, «Los Olvidados» fue estrenada en Europa y recibió elogios, incluyendo el premio al Mejor Director en el Festival de Cannes en 1951. La película presenta una realidad dura y distinta a las comedias rancheras de la época, mostrando los barrios más pobres de la Ciudad de México y la cruda vida de los niños de la calle.
Para muchos, «Los Olvidados» marcó el fin de la era dorada del cine mexicano, revelando un México que las comedias rancheras habían ocultado. Con el tiempo, la influencia de Buñuel llevó a la creación de producciones más crudas y realistas sobre la sociedad mexicana, cambiando para siempre el rumbo del cine nacional.
Así, «Los Olvidados» no solo cambió el cine, sino también la forma en que México se veía a sí mismo y cómo era visto por el mundo. Una cinta que, sin querer queriendo, revolucionó la industria cinematográfica y dejó una huella imborrable en la historia.