Texto y fotos Bruno Cortés
En la majestuosa Catedral Metropolitana de la Ciudad de México, el domingo 29 de diciembre de 2024, se dio inicio al Año Jubilar 2025 con una ceremonia cargada de simbolismo y espiritualidad. Con el repique de campanas resonando en el aire frío de la mañana, miles de fieles se reunieron para participar en una peregrinación que marcó el comienzo de este año especial, convocado por el Papa Francisco.
El corazón del Centro Histórico se llenó de devoción cuando los peregrinos, en una procesión que partió desde la Rectoría Inmaculada Concepción en Tlaxcoaque, caminaron hacia la Catedral. El ambiente era una mezcla de expectación y solemnidad, con la multitud cantando himnos y oraciones en un coro que parecía unir el cielo con la tierra. Los rostros de los fieles reflejaban una mezcla de alegría y reverencia, sabiendo que estaban participando en un evento que solo ocurre cada 25 años.
La Puerta Santa de la Catedral, símbolo de la entrada al perdón y la reconciliación, fue abierta por el Arzobispo Primado de México, Carlos Aguiar Retes. Este acto, tan esperado, fue más que una simple apertura; representó la invitación a un encuentro personal con Cristo, a través del cual los fieles buscan renovar su fe y esperanzas. La puerta, que permanecerá abierta hasta el 28 de diciembre de 2025, es un recordatorio constante de la misericordia divina.
Durante la ceremonia, el Arzobispo invitó a los asistentes a reflexionar sobre la espiritualidad del Gran Jubileo, enfatizando la importancia de la esperanza y la paz en unos tiempos que lo necesitan más que nunca. La procesión incluyó tres estaciones de catequesis, donde los fieles pudieron detenerse para meditar sobre aspectos clave del Jubileo, como la caridad, la reconciliación y la justicia.
El ambiente en la Catedral era palpable, un mosaico de emociones donde las lágrimas de algunos contrastaban con las sonrisas de otros, todos unidos por una fe común. La música sacra resonaba en el interior del recinto, elevando los espíritus y creando un ambiente de comunión y unidad. Los fieles, desde niños hasta ancianos, compartieron este momento histórico, muchos de ellos con la esperanza de obtener la indulgencia plenaria que el Jubileo ofrece.
Afuera, en el Zócalo, la multitud se extendía hasta donde alcanzaba la vista, con muchos que no pudieron entrar a la Catedral siguiendo la ceremonia a través de pantallas gigantes. Los vendedores de imágenes religiosas, rosarios y libros de oración aprovecharon la ocasión, aunque el verdadero negocio era el de la espiritualidad, la fe y la esperanza.
La Ciudad de México, con su vibrante cultura y su profunda tradición católica, se convirtió por un día en el epicentro de la espiritualidad global, un punto de encuentro para los creyentes no solo de México sino también de otras partes del mundo. Este evento no solo marcó el inicio de un año de renovación espiritual sino que también resaltó la importancia de la comunidad y la solidaridad en la fe.
Con la apertura de la Puerta Santa, el Año Jubilar 2025 en la Ciudad de México promete ser un tiempo de introspección, crecimiento espiritual y celebración de la fe, recordándonos que, como dijo el Papa Francisco, «la esperanza no defrauda»