CDMX a 23 de febrero, 2024.- En la era digital actual, las redes sociales han trascendido su función original de plataformas para socializar, convirtiéndose en poderosos canales de comunicación que juegan un papel crucial en la política y, específicamente, en las elecciones. En México, este fenómeno está tomando un giro particularmente intenso. Con el país al borde de una nueva contienda electoral, expertos y analistas advierten sobre el papel polarizador que estas plataformas están destinadas a jugar, influyendo significativamente en la opinión pública.
Según un reciente foro titulado «IA y Redes Sociales: Nuevas armas para la batalla electoral», organizado por El Financiero, el 80% de los contenidos difundidos en redes sociales son de naturaleza negativa. Javier Murillo Acuña, fundador y CEO de Métrica, destaca cómo esta tendencia refleja y amplifica la polarización dentro de la sociedad mexicana. «Las redes sociales no solo reflejan la vida cotidiana de las personas, sino que también son aprovechadas por quienes manejan la comunicación y, en algunos casos, la propaganda», afirma Acuña, señalando cómo este ambiente contribuye a una mayor división entre los ciudadanos.
Este escenario es especialmente relevante en México, donde aproximadamente 80 millones de personas están conectadas a internet, pasando entre seis y siete horas diarias en línea, de acuerdo con Alejandra Lagunes, senadora del Partido Verde. Este dato adquiere mayor significado al considerar que, para las generaciones más jóvenes, este tiempo se incrementa aún más, con un promedio de seis a ocho horas dedicadas exclusivamente a las redes sociales. «Casi todo el tiempo estamos conectados, y el impacto de las redes en nuestras vidas es enorme», señala Lagunes, subrayando la importancia de estas plataformas en el proceso de toma de decisiones de los votantes.
Este fenómeno presenta tanto desafíos como oportunidades para los actores políticos y los ciudadanos por igual. Mientras que las redes sociales ofrecen un medio para informarse y participar activamente en el discurso político, también plantean el riesgo de ser inundados por información sesgada o directamente falsa, diseñada para polarizar aún más a la opinión pública.