El Gran Escape de Morena: Cuando los Senadores Huyen Como Conejos

Por Bruno Cortés

Imagínese esto: una sesión del Senado, ese lugar solemne donde supuestamente se resuelven los grandes problemas de México, convertida en una escena digna de una película de comedia barata. El tema sobre la mesa no es cualquier cosa: un presunto campo de exterminio en Teuchitlán, Jalisco, con restos humanos que gritan por justicia. Pero, ¿qué hacen los senadores de Morena y sus aliados? Salen corriendo como si el salón de plenos fuera un edificio en llamas. Sí, liderados por el gran estratega Adán Augusto López Hernández, prefieren romper el quórum antes que enfrentar un debate incómodo. ¡Qué valientes! Este es el México de 2025, donde los políticos huyen de las madres buscadoras y las víctimas, pero nunca de las cámaras o las redes sociales.
El circo del 20 de marzo
Todo pasó el 20 de marzo de 2025, en una sesión ordinaria del Senado que prometía ser trascendental. La oposición, con Marko Cortés del PAN a la cabeza, puso sobre la mesa una propuesta sensata: pedir la intervención de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) para investigar el caso de Teuchitlán. Pero mientras Cortés hablaba, los senadores de Morena, PT y PVEM comenzaron a desfilar hacia la salida como si alguien hubiera gritado «¡receso con café y galletas!». La senadora Verónica Camino Farjat, con una maniobra digna de un mago de circo, pidió verificar el quórum. Resultado: solo 25 valientes quedaron en sus curules. Sesión suspendida. Telón abajo. ¿El mensaje? «Si no hablamos de los desaparecidos, no existen».
Teuchitlán: la verdad que espanta
¿Por qué tanto miedo al caso de Teuchitlán? En marzo de 2025, el colectivo Guerreros Buscadores descubrió en el rancho Izaguirre restos humanos, ropa y cenizas que apuntan a un campo de exterminio clandestino. Familiares identificaron objetos entre los escombros, un recordatorio brutal de los más de 124,000 desaparecidos que México carga como una herida abierta. Esto no es un rumor de redes sociales ni una exageración de la oposición; es una realidad que duele y que exige respuestas. Pero Morena decidió que era mejor apagar las luces y cerrar la puerta antes que encender el reflector sobre esta tragedia.
La ironía de los «valientes» de Morena
Aquí viene la ironía, de esas que harían reír si no fueran tan tristes. Morena, el partido que se vende como la voz del pueblo, el defensor de los vulnerables, huye de un debate sobre las víctimas más vulnerables de todas: los desaparecidos y sus familias. Mientras las madres buscadoras excavan con palas y esperanza, los senadores oficialistas corren en sentido contrario. Adán Augusto, el coordinador que debería liderar con argumentos, opta por la táctica del avestruz: meter la cabeza en la arena y fingir que nadie lo ve. Y luego está Ricardo Monreal, el eterno negociador, atrapado en sus propias tensiones internas con Adán Augusto. ¿Resultado? Un partido que no puede ni ponerse de acuerdo consigo mismo, mucho menos con el país.
Una crítica al poder que trasciende colores
No se equivoquen: esto no es solo un problema de Morena. Es un mal endémico de la política mexicana, donde los partidos, sean rojos, azules o verdes, prefieren el maquillaje a la cirugía. Pero el escape de Morena es particularmente escandaloso porque contrasta con su discurso de «transformación». ¿Transformación de qué? ¿De debates serios a farsas teatrales? La oposición no se queda atrás con sus acusaciones: Ricardo Anaya Cortés, coordinador del PAN, dijo sin rodeos que «salieron corriendo porque no tienen argumentos» y porque «sus vínculos con el crimen organizado los dejan mal parados». Fuerte, pero no infundado en un país donde la impunidad y la violencia caminan de la mano.
Las madres buscadoras no se rinden (los senadores, sí)
Mientras los senadores jugaban a las escondidas, las redes sociales estallaron. «Cobardes», «irresponsables», «cómplices», fueron algunas de las palabras que volaron en X y Facebook. Y con razón. La senadora Mayuli Martínez Simón, del PAN, lo resumió perfecto: «Le dieron la espalda a las madres buscadoras». Esas mujeres que buscan a sus hijos con las uñas no tienen curul ni sueldo millonario, pero sí una dignidad que los legisladores de la 4T parecen haber perdido en el camino. La propuesta de Cortés, que incluía una comisión especial como en el caso Ayotzinapa, no era un capricho; era un intento de poner orden en el caos. Pero Morena prefirió el caos a la claridad.
Un llamado a dejar de jugar
Es hora de que la política mexicana deje de ser un circo de tres pistas y empiece a ser un espacio de soluciones. Los desaparecidos no son un problema que se resuelva con discursos vacíos o escapadas estratégicas. México necesita transparencia, justicia y, sobre todo, políticos con pantalones (o faldas, que conste) para enfrentar la realidad. Si Morena no quiere dar la cara, que no se sorprenda cuando el pueblo, harto de tanto numerito, les dé la espalda en las urnas. Porque, como dijo alguna vez el gran filósofo del pueblo, «el que no da la cara, no tiene cara».
El gran escape de Morena en el Senado es más que una anécdota vergonzosa; es un retrato de un sistema político que prefiere la comodidad al compromiso. Mientras los senadores huyen, los desaparecidos siguen sin aparecer, y las familias sin respuestas. ¿Hasta cuándo?

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