Las transformaciones a las que el Estadio Azteca será sometido para albergar partidos de la Copa del Mundo de la FIFA 2026 —en conjunto con Estados Unidos y Canadá—han provocado descontento entre los vecinos del barrio donde se encuentra: Santa Úrsula, una colonia popular del sur de la Ciudad de México.
Alojar un Mundial de Fútbol en el siglo XXI no es cualquier cosa. Significa, en primera, recibir a miles de turistas y contar con una infraestructura adecuada. Por ello, el Gobierno de la Ciudad de México desea no sólo renovar el estadio, sino todo lo que lo rodea.
Entre los planes está el crecimiento del recinto con un complejo inmobiliario que desarrolle las capacidades de captación económica mediante un centro comercial y otros inmuebles. La reacción de los vecinos de Santa Úrsula ha sido negativa.