En el área del Ártico se encuentra acumulada alrededor de un tercio de la cantidad de carbono orgánico del suelo a nivel global. Además de los bosques, una de las regiones que más contribuye a este importante depósito del mineral se denomina permafrost. Grupos internacionales de investigadores que pertenecen a la Red de Carbono del Permafrost han analizado los efectos del calentamiento de estas zonas debido al cambio climático.
El permafrost es un tipo de suelo que permanece congelado y cuyos componentes, como roca, sedimentos y tierra, se mantienen unidos por hielo. Según un informe de la ONU, el material vegetal y animal congelado en el permafrost no se descompone ni se pudre. Sin embargo, cuando el permafrost se descongela, los microbios comienzan a descomponer el material, liberando gases de efecto invernadero como el dióxido de carbono y el metano.
El deshielo del permafrost surge a raíz del calentamiento de las áreas del polo norte, debido al incremento de la temperatura media anual de la Tierra, que sucede de tres a cuatro veces más rápido que en otras zonas del planeta. Esto causa la liberación de grandes cantidades de carbono orgánico a la atmósfera. Aunque actualmente las emisiones del permafrost no superan las de las actividades industriales, los investigadores consideran que cerca del año 2100 estarán al mismo nivel y podrían acelerar el cambio climático entre un 10 y un 20%.
En uno de los estudios que analizan los efectos del calentamiento, los investigadores recopilaron datos de flujo anual de dióxido de carbono durante más de dos décadas en 70 lugares con y sin presencia de permafrost, además de información de 181 ecosistemas en verano. Los resultados mostraron que el crecimiento de las plantas durante los meses más cálidos del año en zonas sin permafrost contribuía al almacenamiento de carbono adicional. Sin embargo, el deshielo genera consecuencias significativas que no pueden ser solventadas por la vegetación.
Sue Natali, coautora del estudio y científica principal del Centro de Investigación Climática Woodwell, comentó: “Estamos viendo que las áreas de permafrost liberan más carbono en otoño y principios de invierno que antes, como consecuencia del aumento de las temperaturas y un deshielo más profundo durante el verano”.
La colaboración internacional de los países con tundras de permafrost en sus territorios es vital para la continuación de las investigaciones y la ampliación de las bases de datos existentes sobre la respiración de estos ecosistemas. No obstante, la invasión de Rusia a Ucrania ha dejado fuera de la red 27 sitios rusos, representando una gran pérdida de datos que solo podrá ser subsanada parcialmente con la construcción de nuevos sitios en América del Norte.
La investigación continua es necesaria para comprender profundamente el efecto de las temperaturas elevadas en el permafrost y, a su vez, la influencia del carbono orgánico emitido en el cambio climático. “Estos datos, recopilados a partir de experimentos realizados en toda la región, nos dan una idea de cómo actuará la región del Ártico para acelerar el cambio climático futuro”, manifestó Ted Schuur, profesor de ciencias biológicas de la Northern Arizona University y coautor de los estudios. Los resultados de estos análisis podrán ser añadidos a los modelos climáticos para generar políticas que permitan una reducción de los gases de efecto invernadero, evitando subestimar los recortes de emisiones necesarios para desacelerar el calentamiento global.