Con más de cien atletas representando a la nación tricolor, la Delegación Mexicana hizo su aparición en el desfile de apertura en el Río Sena con un uniforme que ha levantado todo tipo de comentarios. Uno de los aspectos más destacados de su indumentaria fueron los detalles de “milagritos” que impregnaron en ellos.
Como parte de la colorida cultura mexicana, los milagritos destacan como uno de los símbolos más entrañables y fascinantes. Estos pequeños objetos de metal, a menudo hechos de plata, cobre o latón, encapsulan en su diminuto tamaño la profundidad de la fe, la esperanza y las tradiciones populares de México. Al ritmo del «Cielito Lindo», los atletas mexicanos ya preparan su aparición en el desfile de apertura.
Los milagritos, cuyo nombre proviene de la palabra “milagro”, tienen raíces profundas en las prácticas religiosas de México. Estos pequeños exvotos se utilizan como ofrendas para agradecer a los santos por favores concedidos o para solicitar ayuda divina en tiempos de necesidad. La tradición de los exvotos se remonta a la época colonial, cuando los misioneros españoles introdujeron estas prácticas en América Latina. Con el tiempo, los milagritos se fusionaron con las creencias indígenas, creando una manifestación única de la devoción y la espiritualidad mexicanas.
Los milagritos vienen en una amplia variedad de formas, cada una representando una petición o agradecimiento específico. Un corazón puede simbolizar una súplica por amor o gratitud por la curación de una enfermedad cardíaca. Una pierna o un brazo pueden representar la solicitud de sanación para una extremidad herida; hay milagritos en forma de casas, autos, animales, y casi cualquier cosa que se pueda imaginar, cada uno cargado con su propio significado y propósito.
Estos pequeños objetos se suelen colocar en altares personales, iglesias o santuarios dedicados a santos populares como San Judas Tadeo, la Virgen de Guadalupe o el Santo Niño de Atocha. Además de ser ofrendas, los milagritos también se llevan a menudo como amuletos en collares o pulseras, otorgando a su portador una sensación constante de protección y bendición.
Más allá de su uso religioso, los milagritos también han encontrado un lugar en la cultura popular y el arte mexicano. Muchos artesanos y artistas contemporáneos incorporan milagritos en sus creaciones, utilizándolos para contar historias, decorar objetos y expresar la riqueza de la cultura mexicana. Desde cuadros y esculturas hasta joyería y textiles, los milagritos añaden un toque de tradición y espiritualidad a las obras modernas.
Además de estos símbolos, los corazones mexicanos deben su ornamentación a elementos de la naturaleza, los animales y eventos religiosos y festivos como bodas, bautizos y celebraciones locales. Generalmente, los milagritos mexicanos son más comunes de encontrar en lugares como Oaxaca y Michoacán, regiones reconocidas por su distintiva talla de madera. En Oaxaca, especialmente en la comunidad zapoteca de San Martín Tilcajete, los milagritos están adornados con grabados y simbolismos zapotecas que también se reflejan en las áreas arqueológicas de la región.
La Delegación Mexicana en París 2024 no solo mostró su talento deportivo, sino también su orgullo por una cultura rica y diversa, reflejada en los milagritos que decoraban sus uniformes, capturando la atención y el corazón de todos los presentes.