El vertiginoso avance de la inteligencia artificial (IA) no solo está transformando industrias, sino también generando un impacto ambiental preocupante. Los centros de datos encargados de procesar la enorme cantidad de información que requiere la IA consumen actualmente 460 TWh de electricidad al año, lo que equivale al consumo energético anual de Alemania. Esta cifra, alarmante en sí misma, está destinada a crecer aún más si no se toman medidas inmediatas para frenar esta tendencia.
El reto se centra en encontrar formas de optimizar el consumo energético sin detener el progreso tecnológico. Empresas como Vertiv, especializadas en la creación y mantenimiento de tecnologías para centros de datos, han desarrollado innovadoras soluciones de refrigeración líquida que permiten enfriar los servidores de manera más eficiente, reduciendo el uso de energía. Esta tecnología ya se implementó durante los Juegos Olímpicos de París 2024, utilizando agua reciclada de las piscinas de natación para refrigerar los servidores que procesaban la información del evento.
El principal problema que enfrenta la IA es el sobrecalentamiento de los centros de datos, ya que el continuo procesamiento de información hace que los dispositivos se calienten rápidamente, lo que a su vez requiere más energía para mantenerlos en funcionamiento. La solución de refrigeración líquida ataca directamente el corazón del problema al enfriar los procesadores con un líquido dieléctrico reutilizable, lo que reduce significativamente el consumo energético.
Además, el propio avance de la inteligencia artificial podría ser parte de la solución. Bill Gates ha señalado que la IA será clave en la búsqueda de soluciones contra el cambio climático, utilizando su capacidad para diseñar esquemas complejos y optimizar procesos. Esto permitiría a las empresas no solo reducir el consumo energético, sino también convertir a la IA en una herramienta para combatir los problemas que ella misma genera.
A medida que gigantes tecnológicos como Microsoft y NVIDIA modifican sus centros de datos y optimizan sus recursos, el sector se prepara para evitar que el consumo energético se triplique para 2030, como apuntan las estimaciones. Las tecnologías emergentes como la refrigeración líquida y el uso inteligente de IA podrían marcar la diferencia en este esfuerzo global.