Hace casi 50 años, Steven Spielberg estrenó una película que no solo marcó el inicio de una nueva era en el cine, sino que también dejó una huella imborrable en la forma en que vemos el océano. Tiburón, con su apertura escalofriante, hizo que miles de personas pensaran dos veces antes de sumergirse en el agua, y se convirtió en un referente cinematográfico que sigue aterrando a los espectadores hasta el día de hoy.
La magia de la secuencia inicial
Si bien películas como El Señor de los Anillos y Batman: The Dark Knight son conocidas por sus impactantes secuencias de apertura, Tiburón logró una proeza aún más significativa: cambiar la forma en que se percibe el terror en el cine. La historia comienza con una escena aparentemente tranquila en la que un grupo de jóvenes disfruta de la playa, hasta que Chrissie, una de las chicas, decide nadar en el mar.
Lo que sigue es una escena cargada de tensión, donde la cámara alterna entre la perspectiva del tiburón acechando en las profundidades y la de Chrissie, vulnerable y ajena al peligro. Aunque nunca vemos al tiburón directamente, la sensación de amenaza constante es amplificada por la famosa banda sonora de John Williams, cuyo ritmo inquietante genera una ansiedad palpable en el espectador. La escena culmina en un ataque brutal que, en solo tres minutos y medio, logra perturbar profundamente a la audiencia.
La influencia perdurable de Tiburón
El estreno de Tiburón en 1975 no solo redefinió el terror en el cine, sino que también consolidó a Spielberg como uno de los grandes maestros del suspenso. Su capacidad para mantener al público al borde del asiento, usando poco más que una cámara, música y sugerencia, sigue siendo un referente en la industria del cine. Además, la banda sonora de Williams, con su icónica melodía, se ha integrado en la cultura popular, evocando instantáneamente la sensación de peligro inminente cada vez que se escucha.
A casi 50 años de su estreno, Tiburón sigue siendo un clásico atemporal, una película que no solo aterrorizó en su época, sino que también dejó una marca indeleble en el cine moderno, inspirando a generaciones de cineastas y manteniendo su relevancia en la cultura popular.