CDMX, 25 de enero del 2023.- Como parte del proyecto prioritario Chapultepec Naturaleza y Cultura, impulsado por el Gobierno de México, a través de la Secretaría de Cultura federal y el Gobierno de la Ciudad de México, el Centro de Cultura Ambiental (CCA), pabellón dedicado a la divulgación de la cultura ambiental y la riqueza natural del país, inicia actividades con la exposición “El Bosque de Chapultepec, corazón vivo de México” que, entre otros aspectos, expone su relevancia como espacio de tradición, culto y memoria, sitio de primeros asentamientos prehispánicos y de veneración al agua.
Dentro de la muestra, el módulo titulado “Chapultepec. Cerro de manantiales” recupera los últimos descubrimientos reportados en el sitio por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), incluidos los hallazgos derivados del salvamento arqueológico que acompañó la creación del CCA.
Para la curadora de este módulo e investigadora del INAH, María de Lourdes López Camacho, es una oportunidad para compartir, en un lenguaje didáctico, los factores que propiciaron el desarrollo humano en esta área hace más de 3,000 años, misma que ha sido escenario de sucesos históricos que han definido el rostro no solo de la capital, sino de la nación.
Así, las y los visitantes acceden a las últimas investigaciones arqueológicas en este bosque urbano, incluido un contexto al norte del CCA. En una pequeña área, entre el Cárcamo de Dolores y la Fuente de Xochipilli, el equipo arqueológico del INAH localizó evidencia que modifica la cronología hasta ahora registrada en Chapultepec, y lo sitúa como el lugar más antiguo con presencia humana al poniente de la Cuenca de México.
Las excavaciones, asistidas por las arqueólogas Tania Contreras Guerra, Areli Torres Ríos y Thania Pérez Chávez, sacaron a la luz cerámica, figurillas y lítica tallada –aquí expuestas–, con antigüedad superior a los tres milenios, las cuales aportan datos sobre los primeros grupos pobladores del área.
En la sección “Chapultepec. Cerro de manantiales” se explica que este asentamiento temprano se debe a que este promontorio, en realidad uno de los volcanes más antiguos de la cuenca (surgió hace 23 millones de años), desde antes de la aparición del ser humano sobre la Tierra, siempre estuvo rodeado de agua. Por ello, los grupos prehispánicos que se asentaron en la cuenca lo consideraron un ‘cerro de los mantenimientos’.
El concepto de cerro-agua se sintetizó y transformó con el tiempo. Esto explica otro extraordinario hallazgo, el cual también se muestra en el CCA: una olla globular del Posclásico Tardío (1200-1519 d.C.), cuando los mexicas dominaban la zona. Los elementos que la decoran: banderas con puntos negros y la doble espiral o xonecuilli refieren a deidades acuáticas, como Tláloc, Chalchiuhtlicue y los tlaloques.
En ese sentido, López Camacho detalla que esta pieza se registró durante el trazo del sendero que conecta los museos Tamayo y Nacional de Antropología, “tuvo un uso ritual, pues en su interior estaba el entierro simbólico de una figurilla femenina, acompañada de flores e incienso, un personaje que muestra deformación craneal y restos de chapopote en el cuerpo, y porta un collar de cuentas redondas”.
Otro aspecto que sobresale en la exposición es la divulgación de los estudios arqueoastronómicos, los cuales han demostrado que, en el solsticio de invierno, desde la cima del Cerro de Chapultepec se observa al sol “surgir del vientre” del Iztaccíhuatl. Este fenómeno fue interpretado por los mexicas como el renacimiento de su dios patrono, Huitzilopochtli, señal de un nuevo ciclo y del inicio de la edificación de templos dedicados a esta deidad guerrera y solar, así como a Tláloc.
Por otro lado, en la línea de tiempo que recorre los sucesos históricos más trascendentes de Chapultepec, se destaca su papel como centro industrial a inicios del siglo XX, como lo han revelado recientes descubrimientos relacionados con las fábricas nacionales de Cartuchos –del que se ubicaron áreas como talleres, patios y cuarto de máquinas– y de Vidrio, en la Segunda Sección.
La arqueóloga Lourdes López Camacho concluye que en el bosque se funden naturaleza y cultura, de ahí que la muestra busca redimensionar el panorama de su importancia, al ser testigo de un cúmulo de recuerdos que retratan la historia de la Ciudad de México.