Este basamento se ubica en la orilla del mar y es una de las principales edificaciones que conforman la Zona Arqueológica de Tulum.
El Castillo fue construido por los antiguos mayas, sobre un acantilado de 12 metros de altura sobre el nivel del mar, convirtiéndose en un punto estratégico de vigilancia para prevenir posibles ataques enemigos y guiar a los navegantes mayas que estaban en riesgo de impactarse contra el arrecife de coral que se encuentra frente a la costa de Tulum, el cual forma parte del Sistema Arrecifal Mesoamericano, el segundo más grande del mundo después de la Gran Barrera de Coral, en Australia.
El ascenso al basamento está prohibido. Pero, hay una escalinata para admirarlo por un costado y ver la decoración de sus tres accesos situados en la parte más alta, los cuales están sostenidos por tres columnas en forma de serpiente.
La zona arqueológica de Tulum también concentra otros edificios importantes, como el Templo del Dios del Viento con un pequeño altar en su interior. En la parte superior hay un agujero especial: se dice que cuando un huracán se acercaba, se escuchaba el sonido de un silbato que provenía de la apertura, alertando a los mayas para que abandonaran la ciudad y buscaran protección dentro de la selva. También se considera que pudo funcionar como un centro de observación astronómica.
No te vayas sin admirar el Templo de los Frescos. En el primer piso hay una habitación trasera con restos de pintura mural con representaciones de deidades femeninas y masculinas, serpientes entrelazadas y ofrendas de flores, frutos y mazorcas de maíz.
En las esquinas del friso hay grandes máscaras labradas en estuco, que posiblemente representan al dios Itzmaná, el creador del dios maya.
El sitio arqueológico de Tulum está abierto al público de lunes a domingo, de 8 a 17 horas.
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