Texto y fotografía: Emiret Silvino / Maya Comunicación
El Centro de Coyoacán es conocido por ser uno de los rincones de la CDMX más coloridos y llenos de alegría. La arquitectura de las residencias, museos y restaurantes conservan una gran influencia colonial, las calles empedradas ayudan a conservar ese toque antiguo. Sumado a esto, los olores que se desprenden al rededor de sus calles principales, el ruido de los organilleros y otros factores, contribuye a que todo el que visite esta zona se sienta atraído por el bullicio.
Pero, como en todo siempre existe otro lado, a once minutos caminando de la famosa Plaza de los Coyotes, se encuentra el ‘Callejón del Aguacate’. En esta área pareciera que esa alegría es consumida y contrastada a tal grado que, desde el momento en el que te adentras, el ruido desaparece y lo único que alcanzas a apreciar son los sonidos de las ramas de los árboles, las hojas secas en el piso y el gélido correr del viento.
Te preguntarás, ¿cuál es la razón para temerle a tan peculiar rincón? Se debe a que en torno a este callejón circulan tres mitos tétricos, pero el principal y el que todos conocen, surge al rededor de los años 1930-1940.
Se dice que en una de las residencias del Callejón del Aguacate, habitaba un Militar Mexicano bastante trastornado a razón de su trabajo. Para tranquilizar su frustración, el hombre salía a caminar todas las noches, mientras hacía su recorrido era «molestado» por un niño que vivía en ese mismo callejón.
El infante siempre llegaba a pedirle que jugará con él, sin embargo, al Militar eso le incomodaba demasiado, pues lograba ver en el niño una inocencia que para él había desaparecido hace mucho. Una noche, el Militar enloqueció y decidió asesinar al pequeño, dejándolo colgado en un árbol de aguacate. A partir de ese momento se dice que el niño aparece por las noches y te invita a jugar con él, como lo hacía con el trastornado militar.
Actualmente, a unos metros de donde se encuentra el árbol en el que el niño murió ahorcado, se ubica un pequeño altar, elemento bastante representativo del Callejón del Aguacate. En él se encuentra una pequeña virgen la cual muchos relatan que, al dar las 12 am, comienza a llorar lágrimas de sangre.
El Callejón del Aguacate pareciera un laberinto, pues es algo grande y tiene varias salidas. La mayoría de las residencias están construidas con barro, sus calles son demasiado tranquilas y nada transitadas. Al adentrarte en él se siente un ambiente pesado.
A unos metros del famoso árbol de aguacate se encuentran unos pequeños murales y una pared llena de flores con un olor muy particular. Si eres alguien valiente y que le gusta el misterio, no puedes dejar perder la oportunidad de visitar este lugar.
Debe estar conectado para enviar un comentario.