Pocas escenas de baile han tenido tanta influencia en la cultura popular o fueron tan imitadas en los más diversos sitios como el afamado salto de Baby hacia los brazos de Johnny mientras suena (I’ve Had) The Time of My Life.
Incluso, quienes hayan pasado los últimos 35 años sin haber visto Dirty Dancing (Bailando suave), con certeza podrían reconocer ese fragmento icónico en el que el personaje interpretado por Jennifer Grey desafía la gravedad para ejecutar la acrobacia en la que Patrick Swayze la eleva sobre su cabeza.
Cuando la cinta tuvo el estreno en Estados Unidos, el 21 de agosto de 1987, no eran altas las apuestas de éxito para una obra que fue rechazada 42 veces por los estudios de filmación, y de la cual el productor Aaron Russo dijo que daría más ingresos si se quemaba y cobraban el dinero del seguro.
Poco después de la llegada del largometraje a los cines, se evidenció lo desacertado que había sido el augurio de Russo. Dirty Dancing caló con fuerza en el público del momento, que repetía las visitas a las salas para verla en más de una ocasión.
El filme, dirigido por Emile Ardolino, contó con guion de Eleanor Bergstein, quien tomó algunos elementos autobiográficos para crear la narración, en la que la adolescente Frances Baby Houseman es cautivada por el atractivo instructor de baile Johnny Castle durante unas vacaciones de verano con su familia en un complejo turístico.
Aunque la historia de amor presenta clichés repetidos en numerosas cintas románticas, incluido el de la joven adinerada que se enamora del chico pobre y rebelde, sus electrizantes coreografías, los pegajosos temas musicales y las celebradas actuaciones lograron seducir a espectadores de todas las edades.
Un elemento destacable es el modo realista en que se plantea el asunto de la interrupción del embarazo a través de la vivencia de Penny, personaje obligado a someterse a ese procedimiento de forma ilegal, pues la trama tiene lugar 10 años antes del fallo del caso Roe contra Wade, que lo reconoció como un derecho constitucional.
Luego de que el pasado 24 de junio la Corte Suprema de Estados Unidos decidiera revertir la trascendental sentencia de 1973, varias voces recordaron que Dirty Dancing mostró en la gran pantalla los riesgos de la ilegalización del aborto para la salud.
Al mismo tiempo, más allá de la historia de amor, el largometraje narra el crecimiento personal y liberación sexual de Baby mediante el baile, con una mirada feminista que no caló bien en su época entre muchos ejecutivos de Hollywood, al punto de que fue producida por una mujer, Linda Gottlieb.
Con un presupuesto de 4,5 millones de dólares, la recaudación de la película excedió los 214 millones a escala doméstica e internacional, aparte de convertirse en la primera en vender más de un millón de copias para video casero.