Por Bruno Cortés
Crematorios, Zapatos y un País que Mira al Piso
Imagínate un rancho en medio de la nada, a una hora de Guadalajara, donde el aire huele a ceniza y el suelo guarda más secretos que un diputado en campaña. El 5 de marzo de 2025, el colectivo Guerreros Buscadores de Jalisco destapó la cloaca en el Rancho Izaguirre, Teuchitlán: tres hornos clandestinos, restos óseos calcinados y más de 400 pares de zapatos que gritan lo que el gobierno lleva años barriendo bajo la alfombra. Aquí no hay metáforas baratas: el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) convirtió este lugar en su propia “escuelita del terror”, un campo de exterminio que hace palidecer cualquier película de terror. ¿Y las autoridades? Bueno, parece que estaban muy ocupadas contando casquillos para notar los cuerpos quemándose bajo sus narices.

La Crónica de un Desastre Anunciado
Vamos por partes, porque esto parece guion de telenovela mala, pero es real. En septiembre de 2024, la Guardia Nacional ya había pasado por el rancho. Resultado: 10 detenidos, dos secuestrados liberados y un cadáver envuelto en plástico como regalo de despedida. “Aseguramos el lugar”, dijeron con el pecho inflado. Pero cuando los Guerreros Buscadores llegaron este marzo, los sellos estaban rotos, la puerta abierta y el horror seguía ahí, intacto. ¿Qué pasó? El fiscal Salvador González de los Santos salió con la excusa del siglo: “Es que el terreno es muy grande”. ¡Claro, hombre! Nueve mil metros cuadrados son una selva impenetrable para la Fiscalía de Jalisco, pero no para un colectivo de madres con palas y corazón.

Los Arquetipos del Absurdo
Aquí entra el reparto estelar de esta tragicomedia. Primero, el Gobernador Valiente, Pablo Lemus, que llegó al Zócalo prometiendo “seguir buscando” mientras pide a la FGR que le saque las castañas del fuego. Luego, la Presidenta Empática, Claudia Sheinbaum, que desde su mañanera soltó un “es terrible” tan sentido que casi se escucha el violín de fondo. Y no olvidemos al Fiscal Ingenuo, que jura que nadie sabía nada, como si el CJNG hubiera montado su Auschwitz particular sin que el pueblo de Teuchitlán oliera el humo. Estos héroes de cartón se pasan la pelota mientras las familias revisan zapatos y mochilas, buscando un pedazo de esperanza entre la ceniza.
El dato duro: Jalisco tiene casi 15 mil desaparecidos, según la Comisión Nacional de Búsqueda. ¿Coincidencia? No lo creo.
La ironía: Un rancho cateado hace seis meses, y nadie vio los hornos. ¿Qué sigue? ¿Decir que los restos óseos eran de una parrillada mal planeada?
La “Escuelita” del CJNG: Clases de Muerte y Reclutamiento Forzado
Hablemos del modus operandi, porque esto es de Ripley. Jóvenes citados en la central de autobuses con promesas de 5 mil pesos a la semana por “ser guardias”. Al llegar al rancho, adiós ilusiones: los recibían con entrenamientos dignos de un campo nazi, pruebas físicas donde el que caía era boleto al horno, y hasta “experimentos médicos” que suenan a tráfico de órganos. Un sobreviviente contó a Indira Navarro, líder de los Guerreros, que había más de 200 almas ahí, obligadas a cavar fosas y quemar cuerpos. ¿La cereza del pastel? Una carta de Eduardo Lerma Nito, un chavo desaparecido en 2024, que escribió su adiós desde ese infierno. Esto no es crimen organizado; es una fábrica de pesadillas.

El Poder que Cierra los Ojos
Aquí viene mi crítica, sin anestesia: las autoridades han convertido la ineptitud en arte. Que el rancho ya hubiera sido “intervenido” y nadie viera los crematorios es más que un error; es complicidad por omisión. Enrique Alfaro dejó el gobierno de Jalisco con una herencia de sangre, y Lemus parece más interesado en posar para la foto que en desmantelar el monstruo. La FGR, con Alejandro Gertz Manero al frente, dice que “no es creíble” que nadie supiera. ¡Claro que no, maestro! Pero mientras se echan culpas, el CJNG sigue reclutando, matando y quemando como si México fuera su patio trasero.
Dato incómodo: En 2019, El País ya reportaba reclutamiento forzado en esa zona. ¿Y qué hicieron? Nada.
Pregunta al aire: Si un colectivo sin presupuesto encuentra esto, ¿qué diablos hacen las fiscalías con millones en nómina?
Un País de Zapatos Sin Dueños
El detalle que me quiebra son esos 200 pares de zapatos. Tenis gastados, botas de trabajo, sandalias de alguien que salió de casa con prisa. Cada par es una historia cortada de tajo, una madre que aún espera en Zacatecas o Tlajomulco. Y mientras las familias revisan pertenencias como quien busca un tesoro perdido, el gobierno promete “tecnología avanzada” para identificar restos que, por la calcinación, tienen un 7% de probabilidad de dar nombres. Es decir, seguiremos contando zapatos, no personas.

El Final que No Queremos Ver
Teuchitlán no es un caso aislado; es el espejo de un México donde el poder prefiere el reflector a la acción. El CJNG no opera en el vacío: prospera porque alguien no ve, no oye, no habla. Sheinbaum puede mandar a su Harfuch a coordinarse con Lemus, pero si no desmontan las redes que sostienen este horror —desde el policía de pueblo hasta el político de traje—, seguiremos encontrando ranchos así. Mi opinión es clara: no es solo un fallo de seguridad, es un abandono moral. Y mientras escribo esto, en alguna terminal de autobuses, otro joven cae en la trampa. ¿Hasta cuándo, señores del poder? ¿Hasta que no quede un par de zapatos que contar?
