La puerta de entrada al paisaje agavero de Tequila, Jalisco, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, se encuentra en El Arenal. Este poblado aún conserva los vestigios de sus antiguas haciendas y fábricas tequileras. Algunas todavía mantienen sus puertas abiertas al público para aprender el proceso de elaboración del destilado más representativo de México.
Practicar turismo rural en El Arenal es una constante: se arman paseos en bicicleta para contemplar los agaves desde diversos miradores e incluso se puede pedalear dentro de los campos de cultivo. También se hacen visitas a fábricas ladrilleras y talleres de talabartería, dos de las principales actividades económicas del pueblo. Es de ley volver a casa con un par de huaraches o cinturones de piel curtida.
Caminar por El Arenal significa internarse en los caminos que forman parte de su historia: antiguamente los caciques se adueñaron de todos los terrenos fértiles, orillando a los pobladores a construir sus casas en los pocos espacios libres que quedaban. Para aprovechar al máximo el terreno, decidieron dotar al pueblo de estrechos callejones en vez de calles amplias. La mayoría, como el 20 de Noviembre, desembocan en la plaza principal.
La plaza es vigilada por el templo de Nuestra Señora del Rosario y un amplio jardín. Alrededor, no faltan las cantinas tradicionales para echarse un buen trago de tequila, un pozole o una torta ahogada. Algo que atrae a los visitantes son los enormes jarros de barro -o cantaritos- que se llenan con tequila y rodajas de naranja que también se venden como souvenir.
Cerca de El Arenal se encuentra la zona arqueológica de Guachimontones, cuyas pirámides circulares son únicas en el mundo. También a las afueras del pueblo se conoce la Exhacienda La Calavera, transformada en un museo interpretativo del paisaje agavero.
Dónde queda El Arenal, Jalisco: a 40 kilómetros de la ciudad de Guadalajara, sobre la carretera a Nogales y 21 kilómetros antes de llegar a Tequila, por la misma vía terrestre.
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