CDMX, 29 de septiembre del 2023.- Desde que venimos al mundo, los seres humanos buscamos instintivamente establecer lazos afectivos con quienes nos rodean. Estos lazos, conocidos en el ámbito psicológico como «apegos», tienen un impacto profundo en nuestro desarrollo emocional y en la forma en que nos relacionamos con otros a lo largo de nuestra vida.
El concepto de apego fue popularizado en los años 50 por el psiquiatra y psicoanalista británico John Bowlby. Según Bowlby, el apego es un sistema biológico que tiene como objetivo principal la supervivencia del infante. Es este impulso el que lleva a un bebé a buscar proximidad y protección de sus cuidadores cuando se siente amenazado.
Diversos estudios y observaciones han permitido identificar varios tipos de apego, dependiendo de las experiencias tempranas con cuidadores y del entorno en que se desarrolla el individuo. Estos son:
- Apego Seguro: Es el ideal en términos de desarrollo saludable. Los individuos con apego seguro suelen haber tenido cuidadores consistentes y sensibles a sus necesidades. En la edad adulta, estas personas tienden a tener relaciones estables, confían en sus parejas, y no temen la intimidad ni la independencia.
- Apego Ansioso o Ambivalente: Surge en individuos que han tenido cuidadores inconsistentes en su atención. En la adultez, estas personas suelen ser ansiosas en sus relaciones, temen el abandono y pueden llegar a ser demasiado demandantes con sus parejas.
- Apego Evitativo: Se desarrolla cuando los cuidadores suelen rechazar o ignorar al niño. Las personas con este tipo de apego tienden a ser emocionalmente distantes en sus relaciones adultas, evitan la intimidad y tienden a priorizar su independencia.
- Apego Desorganizado o Desorientado: Es menos común y suele ser el resultado de cuidados traumáticos o negligentes. Las personas con este tipo de apego pueden exhibir comportamientos contradictorios, como buscar cercanía y luego resistirla. En la adultez, pueden tener relaciones turbulentas y dificultad en establecer vínculos sólidos.
Es importante comprender que el apego no es estático. A través de experiencias y terapias, es posible trabajar en la seguridad del apego y en la formación de relaciones saludables.
El apego es un pilar fundamental en la construcción de nuestras relaciones interpersonales. A través de la comprensión de nuestros propios estilos de apego y de aquellos de las personas con las que nos relacionamos, podemos trabajar hacia relaciones más saludables y enriquecedoras. La introspección y, si es necesario, la terapia, pueden ser herramientas valiosas para explorar y mejorar nuestros patrones de apego.