Por Ernesto Mendoza
La situación de PEMEX se asemeja a una bomba de tiempo que explotará en la próxima administración presidencial, independientemente de quién gane la contienda. Bajo la gestión de Octavio Romero Oropeza y la influencia de Marco Herrería Alamina, la empresa estatal se ha visto envuelta en una espiral de deuda creciente, producción estancada y proveedores al borde de la quiebra. La combinación de amiguismo y nepotismo ha convertido a la otrora gigante petrolera en una sombra de su antiguo esplendor.
Deuda Descontrolada y Producción en Declive
PEMEX enfrenta una deuda monumental que duplica sus activos, con la cifra ascendiendo a 225,300 millones de dólares en junio de 2023, desde los 179,500 millones en diciembre de 2018. La falta de liquidez es alarmante, con deudas a proveedores que suman 163,207 millones de pesos, lo que impide a la empresa invertir en proyectos nuevos y pagar a sus contratistas.
La producción de crudo ha quedado estancada en 1.8 millones de barriles diarios, lejos de los 2.4 millones prometidos al inicio del mandato de López Obrador. Incluso la refinería Dos Bocas, inaugurada con bombos y platillos en 2022, aún no ha comenzado a producir gasolina, evidenciando la ineficiencia operativa de la administración actual.
Amiguismo y Nepotismo al Máximo
El nepotismo y el amiguismo son la orden del día en PEMEX. Octavio Romero Oropeza, un agrónomo sin experiencia en la industria petrolera, dirige la empresa con la ayuda de Marco Herrería Alamina, hermano de la esposa de Pío López Obrador. Ambos han sido acusados de favorecer a familiares y amigos, otorgando contratos sin licitación a empresas que suministran químicos de baja calidad, poniendo en riesgo no solo la operación de PEMEX, sino también la seguridad de los trabajadores y las comunidades circundantes.
Impacto Económico y Social
La mala gestión de PEMEX no solo afecta a la empresa, sino también a la economía mexicana en su conjunto. La deuda descontrolada podría desencadenar un recorte en la calificación crediticia del país, encareciendo el costo del financiamiento para el gobierno. Además, los retrasos en los pagos a proveedores amenazan con interrumpir la cadena de suministro y la viabilidad de muchas empresas.
En el ámbito social, los recursos destinados a rescatar a PEMEX reducen la disponibilidad de fondos para programas de educación, salud e infraestructura, afectando el bienestar de la población. La falta de inversión en tecnologías limpias también agrava los problemas ambientales y de salud en las comunidades cercanas a las instalaciones de la empresa.
Un Futuro Incierto
La próxima administración deberá enfrentar un desafío monumental para revertir esta situación. Las soluciones tendrán que ser pragmáticas y profundas, alejadas de enfoques ideológicos. Gestionar la deuda y mejorar la eficiencia operativa serán cruciales para estabilizar la empresa y asegurar su viabilidad a largo plazo.
El legado de Romero Oropeza y Herrería Alamina es una PEMEX debilitada, con finanzas en ruinas y una producción en declive, dejando un panorama desolador que exigirá decisiones firmes y bien fundamentadas para evitar una catástrofe económica y social aún mayor.