Texto Ander Masó
Foto Pratik Adarsh / Pexels
Cuando el reloj marcaba las 5 de la mañana del domingo 24 de noviembre, la Ciudad de México despertó con un frío que calaba hasta los huesos. El termómetro en el centro de la ciudad marcaba apenas 8°C, pero en las alcaldías del sur, como Milpa Alta y Tlalpan, el escenario era otro: los -2°C se hacían sentir, pintando un paisaje digno de invierno europeo.
Bufandas, café y solidaridad
En las calles de Xochimilco, el vapor de los tamales recién hechos y el aroma del café de olla competían con el frío. Los vendedores ambulantes, ataviados con gorros de lana y guantes gruesos, se mostraban inusualmente animados. “El frío nos hace hablar más entre nosotros, aunque sea para quejarnos”, decía entre risas doña Lupita, mientras servía un atole calientito.
Por su parte, en Cuajimalpa, los vecinos no tardaron en organizarse. Desde la tarde del sábado, brigadas comunitarias repartieron cobijas y chamarras en los puntos más vulnerables. Las casas improvisadas de cartón y plástico se convirtieron en una prioridad para los voluntarios, quienes, a pesar de las bajas temperaturas, llevaban consigo una calidez que no se mide en grados.
Precaución y recomendaciones
La alerta roja activada en estas alcaldías no fue en vano. Las autoridades municipales instalaron albergues temporales con calefacción y servicios básicos para quienes los necesitaran. Además, recomendaron no salir de casa si no era necesario, mantener a las mascotas protegidas y evitar el uso de braseros o calentadores sin ventilación adecuada, para prevenir intoxicaciones por monóxido de carbono.
En el resto de la ciudad, la alerta naranja mantenía a los habitantes de las alcaldías centrales atentos. Con temperaturas que rondaban entre 1 y 3°C, la sensación térmica era suficiente para que la moda de las capas de ropa se convirtiera en tendencia.
El sol, un visitante bienvenido
Conforme avanzaron las horas, el sol empezó a asomarse tímidamente entre los edificios y montañas. Aunque la temperatura máxima alcanzaría apenas los 22°C durante el día, los rayos de sol fueron motivo de pequeños festejos. Familias enteras aprovecharon para sacar a los niños a los parques, donde los juegos y las risas ayudaron a olvidar el frío por un rato.
Más allá del termómetro
El frío, lejos de ser solo un fenómeno climático, recordó a los habitantes de la Ciudad de México la importancia de cuidarse mutuamente. Desde compartir una cobija hasta ofrecer un café caliente, estas mañanas heladas son un recordatorio de que, en una ciudad tan grande, los pequeños gestos de bondad son los que verdaderamente la calientan.