Hace unas décadas, antes de que los modernos autobuses y sistemas de transporte público que conocemos hoy en día dominaran las carreteras, México tenía una figura icónica en el transporte de pasajeros: los legendarios Autobuses Sultana. Estos vehículos fabricados por la compañía Trailers de Monterrey fueron mucho más que simples medios de transporte; fueron testigos de la evolución de la movilidad en México y dejaron una huella imborrable en la historia del transporte.
Los Autobuses Sultana se convirtieron en una parte esencial de la vida de los mexicanos, ofreciendo un medio de transporte confiable y cómodo para quienes deseaban recorrer las vastas carreteras del país. Durante tres décadas, desde mediados de la década de 1950 hasta finales de los años 70, estos vehículos se ganaron el título de «reyes de las carreteras mexicanas y latinoamericanas».
Empresas como Transportes del Norte, Chihuahuenses, Tres Estrellas de Oro, y muchas más, confiaron en los Autobuses Sultana para brindar servicios de transporte de alta calidad a sus pasajeros. Estos vehículos eran conocidos por su resistencia en carreteras llenas de baches y caminos de terracería, lo que permitía abrir nuevas rutas y reducir los tiempos de recorrido.
Uno de los hitos más destacados en la historia de los Autobuses Sultana fue la ruta México-Tijuana, que se inauguró con un tiempo de viaje récord de 36 horas utilizando cuatro conductores. Este logro fue una proeza en la movilidad de la época y marcó un hito en la historia de los viajes largos en autobús.
La innovación también fue parte del legado de los Autobuses Sultana, ya que en 1959 presentaron el primer autobús panorámico hecho en México, cariñosamente apodado «jorobado». Esto permitió a los pasajeros disfrutar de vistas panorámicas mientras viajaban por el país.
Pero los Autobuses Sultana no se limitaron a México; sus virtudes llamaron la atención de empresas transportistas en América Latina. Países como Perú, Colombia, Argentina, Guatemala y Honduras importaron estos vehículos mexicanos para satisfacer las necesidades de transporte de sus propias poblaciones. Modelos como el SP (Super Panorámico), equipados con asientos de lujo, cafeterías, salones de lectura, aire acondicionado y servicios sanitarios, se convirtieron en símbolos de comodidad y eficiencia en el transporte.
Sin embargo, a pesar de su éxito y legado duradero, los Autobuses Sultana llegaron a su fin en 1981. La compañía Trailers de Monterrey, que los producía, se vio en desventaja al competir con Dina, una compañía estatal encargada de ensamblar autobuses de pasajeros con respaldo financiero del gobierno mexicano. Esta desigual competencia llevó al cese de la producción y venta de los Autobuses Sultana.
Hoy en día, el recuerdo de los Autobuses Sultana sigue vivo en la memoria de quienes alguna vez viajaron en ellos. Su legado perdura como un recordatorio de una época en la que estos vehículos eran mucho más que simples autobuses; eran símbolos de movilidad, resistencia y comodidad en un México en constante evolución en cuanto a transporte. Aunque su tiempo en las carreteras llegó a su fin, los Autobuses Sultana siempre serán recordados como los reyes de las carreteras mexicanas.