Vivimos más años, pero ¿cómo asegurarnos de que esos años extra sean activos y libres de discapacidad? Un Consenso Global, respaldado por expertos de 40 países, tiene una respuesta clara: el ejercicio debe ser un tratamiento médico esencial, tan riguroso y personalizado como una receta farmacológica.
Durante décadas, recomendaciones como «camine 30 minutos al día» han dominado la conversación sobre envejecimiento saludable. Sin embargo, la ciencia ahora exige un enfoque más sofisticado. El entrenamiento de fuerza progresivo, por ejemplo, es clave para combatir la pérdida muscular (sarcopenia), uno de los mayores detonantes de fragilidad en adultos mayores.
El problema, según el informe, es que muchos programas actuales no dosifican el ejercicio correctamente. «Si la dosis es baja, el efecto es nulo. Algunos planes son tan leves que equivalen a un placebo», advierten los expertos. La solución: prescripciones individualizadas, con supervisión médica, que combinen:
- Ejercicio aeróbico (para corazón y resistencia).
- Entrenamiento de fuerza (contra la sarcopenia).
- Equilibrio y movilidad (para prevenir caídas).
- Estímulos cognitivos (como el tai chi o ejercicios duales).
No solo previene, también cura
El consenso rompe un mito: el ejercicio no solo evita enfermedades, las trata. En casos de hipertensión leve, puede reducir la necesidad de fármacos en un 30%. En pacientes con párkinson o diabetes, mejora la efectividad de los medicamentos y reduce sus efectos secundarios. Incluso en depresión, se ha demostrado tan eficaz como algunos antidepresivos.
Uno de los hallazgos más impactantes es el concepto de «compresión de la morbilidad»: acortar los años de discapacidad y extender los de vida activa. Estudios indican que programas bien diseñados pueden añadir hasta 10 años de vida saludable, superando los beneficios de muchas pastillas.
A pesar de la evidencia, el ejercicio sigue sin integrarse plenamente en los sistemas de salud. Los desafíos son claros:
- Falta de especialistas: muchos médicos no saben cómo prescribir actividad física adaptada.
- Infraestructura limitada: es más fácil recetar un fármaco que diseñar un plan de entrenamiento supervisado.
- Acceso desigual: no todos los pacientes tienen gimnasios terapéuticos o fisioterapeutas disponibles.
Iniciativas como Exercise is Medicine y el programa VIVIFRAIL (avalado por la OMS) buscan cambiar esto, promoviendo el ejercicio como un «signo vital» más en las consultas. Los beneficios económicos son claros: menos hospitalizaciones, menor dependencia de medicamentos y mayor autonomía en la vejez.
Un llamado a la acción: «La fragilidad no es excusa para no moverse»
El mensaje final del consenso es contundente:
«La fragilidad no es una razón para evitar el ejercicio, sino la razón definitiva para prescribirlo».
El objetivo es ambicioso pero alcanzable: incorporar especialistas en prescripción de ejercicio en los sistemas de salud, crear alianzas con centros comunitarios y normalizar la actividad física como parte esencial del tratamiento médico. Porque, como concluye el informe:
«Vivir más años no basta si no podemos levantarnos cada mañana con ganas de vivirlos».
¿Estamos listos para que el gimnasio sea tan importante como la farmacia? La ciencia ya dio su veredicto.