CDMX a 16 de febrero, 2024.- En un giro inesperado de eventos, ferrocarrileros afectados durante la administración de Ernesto Zedillo han tomado las vías del Tren Maya, exigiendo pagos pendientes que datan de esa época. Este movimiento resalta no solo las deudas históricas con los trabajadores del sector ferroviario en México, sino también las complejidades y desafíos que enfrenta el actual gobierno bajo la dirección de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) en su empeño por transformar y modernizar la infraestructura del país.
El Tren Maya, uno de los proyectos insignia de AMLO, ha sido objeto de controversia desde su concepción. Concebido como un motor de desarrollo económico y cultural para el sureste de México, el proyecto ha enfrentado críticas por su impacto ambiental, legal y social.
La reciente protesta de los ferrocarrileros añade una nueva dimensión a esta polémica, subrayando la importancia de atender las injusticias laborales del pasado mientras se construye el futuro.
La historia del ferrocarril en México es larga y compleja, marcada por la corrupción y la transformación. Desde la inauguración del primer ferrocarril por Benito Juárez en 1870 hasta la era de privatizaciones en los años 90, el sector ha sido testigo de cambios significativos que han afectado a miles de trabajadores.
La decisión de los ferrocarrileros de tomar las vías del Tren Maya como forma de protesta es un recordatorio de que los legados del pasado aún tienen un impacto profundo en el presente.
AMLO ha respondido a las críticas y protestas con desdén, sugiriendo que las campañas en contra de su gobierno son ineficaces y comparándolas con el viento que no afectó a Benito Juárez.
Sin embargo, esta actitud minimiza las preocupaciones legítimas de los trabajadores y otros grupos afectados por sus proyectos de infraestructura. La reforma al outsourcing, presentada como una medida para proteger a los trabajadores, es un ejemplo de cómo el gobierno intenta abordar estas cuestiones, aunque con resultados mixtos.