Por Juan Pablo Ojeda
El ambiente político en Ecuador se ha tensado de manera crítica tras las elecciones del 13 de abril de 2025. Este viernes, el Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas (Comaco) emitió una alerta de seguridad por presuntas amenazas de atentado contra el presidente Daniel Noboa, su gabinete ministerial y su equipo cercano, en lo que podría ser uno de los mayores desafíos de seguridad en la historia reciente del país sudamericano.
Un documento oficial, fechado el 17 de abril, encendió las alarmas: los servicios de inteligencia militar detectaron señales claras de planificación terrorista por parte de grupos delincuenciales transnacionales, que incluirían la presencia de sicarios llegados desde México y otras naciones con el objetivo de atentar contra el presidente Noboa y desestabilizar la institucionalidad ecuatoriana.
El contenido del informe, que se filtró y comenzó a circular en redes sociales el 18 de abril, fue confirmado por el ministro de Gobierno, José de la Gasca, en declaraciones al diario El Universo. El ministro no solo validó la autenticidad del documento, sino que también calificó las amenazas como «la venganza de los malos perdedores», aludiendo a sectores que rechazan los resultados de las elecciones presidenciales.
Según los reportes de inteligencia, los riesgos no se limitan a atentados directos contra Noboa, sino que incluyen planes para atacar infraestructura estratégica del país, como puentes, bancos, instituciones gubernamentales y centros logísticos. El documento también advierte sobre la organización de manifestaciones manipuladas, que tendrían como objetivo «calentar las calles» y generar caos, en un intento por minar la gobernabilidad desde el primer tramo del mandato del presidente.
El panorama de seguridad ya venía siendo complicado en Ecuador, un país que en los últimos años ha enfrentado un crecimiento preocupante de la violencia ligada al crimen organizado internacional, especialmente en zonas portuarias y regiones de frontera. Sin embargo, esta alerta representa un salto cualitativo: el foco de los ataques sería ahora el propio corazón del poder político.
Ante esto, el gobierno ha respondido reforzando los anillos de seguridad presidencial y desplegando protocolos especiales para proteger tanto a los altos funcionarios como a infraestructuras clave. “Ya se están tomando todas las medidas necesarias para garantizar la seguridad del presidente Noboa, su equipo y la estabilidad del país”, aseguró de la Gasca.
Más allá de la protección personal, lo que está en juego es la estabilidad democrática de Ecuador, que atraviesa un momento delicado tras un proceso electoral polarizado. Las amenazas detectadas muestran cómo la violencia política y la influencia del crimen organizado internacional pueden convertirse en herramientas para disputar el poder por la vía del terror.
Por ahora, el país espera que el gobierno y las fuerzas armadas logren contener los riesgos y asegurar que la transición y el ejercicio del poder ocurran en paz. Pero la alerta está encendida, y Ecuador sabe que los próximos días serán clave para definir si la democracia resiste o se tambalea ante el embate de la violencia.