El Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) acaba de dar un paso más en la reconstrucción del pasado de México. En el municipio de Tula, Tamaulipas, un grupo de especialistas recuperó restos fósiles pertenecientes a tres especies de megafauna que habitaron nuestro territorio durante el Pleistoceno tardío, es decir, hace más de 10 mil años.
Gracias a una denuncia ciudadana, se detectaron fragmentos óseos sobresaliendo en una pared de un arroyo. De inmediato, el equipo del Centro INAH Tamaulipas —liderado por la arqueóloga Tonantzin Silva Cárdenas— acudió al sitio para documentar el hallazgo y rescatar los restos, evitando su posible saqueo o deterioro.
Entre los fósiles encontrados hay huesos de un proboscidio (grupo al que pertenecen mamuts y mastodontes), un camélido (posiblemente antecesor de los camellos) y un équido, es decir, un caballo ancestral. Uno de los fragmentos más llamativos es un coxal de proboscidio, aún pendiente de ser clasificado con precisión.
“El área donde aparecieron estos restos es un depósito aluvial —explicó el biólogo Ángel Banda Ortiz—, lo que indica que ahí se acumularon sedimentos como arena, grava y limo, atrapando huesos de distintas especies con el paso del tiempo.”
El hallazgo fue posible gracias al trabajo conjunto entre el INAH, la comunidad local y el municipio de Tula, cuyo presidente, René Lara Cisneros, gestionó apoyo policial para custodiar el lugar durante la excavación. Esta colaboración permitió que los fósiles fueran trasladados al Centro INAH Tamaulipas, donde ahora son analizados y restaurados.
A simple vista, los restos ya ofrecen pistas valiosas. Pero será a través del trabajo minucioso de limpieza e investigación en gabinete que se podrá determinar con exactitud su edad, dimensiones y si estos fósiles se relacionan con otros hallazgos de la región.
Este tipo de descubrimientos nos recuerdan que el territorio mexicano está lleno de secretos milenarios. Y que el cuidado del patrimonio no solo recae en los especialistas, sino también en los ojos atentos de la ciudadanía.
“Cuando alguien encuentra algo inusual, lo mejor es no tocarlo y notificar de inmediato al INAH. Eso nos permite recuperar e investigar adecuadamente nuestros tesoros del pasado”, recalcó la arqueóloga Tonantzin Silva.
Así que la próxima vez que camines cerca de un arroyo o zona poco explorada, mantente atento: podrías estar pisando parte de la historia prehistórica de México.