En 2007, el mundo participó en una votación global organizada por la New Open World Corporation para elegir las Nuevas Siete Maravillas del Mundo Moderno. El resultado, un reflejo de la admiración y el orgullo global, seleccionó sitios icónicos que cada cultura y país consideran emblemáticos. Las maravillas elegidas fueron:
- Chichén Itzá en México: un centro ceremonial maya conocido por la pirámide de Kukulkán.
- Petra en Jordania: una ciudad antigua tallada en roca roja, famosa por su arquitectura y sistema de canales.
- Machu Picchu en Perú: la ciudadela inca situada en lo alto de los Andes, un misterio arquitectónico y un testimonio de la habilidad inca.
- El Taj Mahal en India: un mausoleo de mármol blanco erigido por el emperador Shah Jahan en memoria de su esposa Mumtaz Mahal.
- El Coliseo de Roma en Italia: un anfiteatro antiguo que evoca las glorias y horrores del imperio romano.
- La Gran Muralla China: una fortificación extensa construida para proteger los territorios chinos de invasiones.
- El Cristo Redentor en Brasil: la estatua de Jesús que domina la ciudad de Río de Janeiro, símbolo de paz y acogida.
La elección, aunque popular, no estuvo exenta de críticas, especialmente de la UNESCO, que argumentó la falta de un método científico en el proceso de selección. Sin embargo, más de 100 millones de votos fueron emitidos, evidenciando un alto interés y participación global.
Comparando estas maravillas modernas con las antiguas —de las cuales solo la Gran Pirámide de Guiza sigue en pie— la diversidad en la representación de los monumentos modernos es notable. A diferencia de las antiguas maravillas, que estaban concentradas en la región mediterránea, las modernas están dispersas por todo el mundo, reflejando un patrimonio más globalizado.
La votación fue un fenómeno cultural que alentó el turismo y el orgullo nacional, aunque en algunos casos también el escepticismo sobre la autenticidad de la selección. A pesar de ello, ha ayudado a promover la conciencia y la conservación de estos sitios icónicos.
Este evento nos invita a reflexionar sobre qué constituye una «maravilla del mundo» y cómo diferentes culturas y períodos de tiempo pueden influir en nuestra valoración de los monumentos históricos. Es una oportunidad para celebrar nuestra herencia global y continuar explorando y preservando estos tesoros para futuras generaciones.