En el corazón de México, las zonas arqueológicas han sido testigos de un fenómeno inquietante: una disminución notable en la afluencia de turistas nacionales, a pesar de que las playas del país rebosan de visitantes locales. Este contraste pone de manifiesto un desafío para la preservación y apreciación del patrimonio cultural mexicano.
Gerardo Herrera, especialista en turismo de la Universidad Iberoamericana, señala que la cultura atrae a un segmento de viajeros más sofisticado y educado, con un poder adquisitivo considerable. Sin embargo, la promoción de estos espacios culturales parece no estar alcanzando su potencial, especialmente entre los mexicanos. La oportunidad de atraer a turistas extranjeros, particularmente europeos, es evidente, pero requiere de estrategias de difusión y promoción más efectivas.
Las estadísticas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) revelan que, mientras el turismo extranjero en sitios como Teotihuacán, Chichén Itzá, Tulum y Palenque ha visto un leve incremento, el turismo nacional ha experimentado una caída de 600,000 visitantes entre 2022 y 2023. La Secretaría de Turismo (Sectur) ha cambiado su enfoque hacia el aumento de la derrama económica, dejando de lado la calidad de la experiencia turística.
Este reportaje busca explorar las causas detrás de esta tendencia y las posibles soluciones para revertirla, asegurando que las riquezas arqueológicas de México sigan siendo un punto de encuentro entre el pasado y el presente.