En un esfuerzo por comprender los complejos desafíos enfrentados por el Tribunal de la Inquisición de México en su lucha por detener la circulación de libros prohibidos, un grupo de académicos se reunió en el 2° Congreso Estudiantil de la Inquisición en el Mundo Hispánico. Este evento, organizado por la Secretaría de Cultura a través del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), se llevó a cabo en la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), donde se discutió la presencia, circulación y censura de textos entre la élite novohispana y en territorios lejanos como Filipinas.
Desde 1571, el Tribunal de la Inquisición de México se encargó de la supervisión de la Audiencia de Manila, lo cual representó un reto considerable debido a la vasta distancia geográfica y las complejidades culturales. La situación en Filipinas, un archipiélago con más de 7,000 islas en su mayoría inaccesibles, hizo que las labores del tribunal fueran particularmente arduas. Los comisarios novohispanos se concentraron en las áreas urbanas, donde el comercio con el galeón y el paso hacia China y Japón marcaban las actividades principales.
El historiador José Fernando Benítez Mondragón, de la Universidad Nacional Autónoma de México, presentó un estudio revelador sobre la influencia de la masonería francesa y el rito escocés en Filipinas durante el siglo XVIII, lo cual preocupó al Tribunal de la Inquisición debido a su impacto en las ciudades filipinas como Manila y Cebú. Benítez Mondragón destacó que los comisarios de la Inquisición a menudo actuaban con notable autonomía, a veces excediéndose en sus atribuciones. Un ejemplo mencionado fue Joan de Arechederra, quien ordenó la quema de numerosos libros, incluyendo textos políticos, históricos y literarios en francés, así como obras devocionales en español.
Asimismo, la estudiante Karen Aylín López García de la ENAH, presentó una ponencia fascinante sobre el «Oráculo de los preguntones», un artefacto literario de clave astrológica que circuló anónimamente en el siglo XVII entre la élite de la Nueva España. Este «juego» de preguntas y respuestas, atribuido por algunos estudiosos a sor Juana Inés de la Cruz, ejemplifica cómo ciertos textos considerados peligrosos por su contenido astrológico lograron sortear las restricciones de la Inquisición.
El congreso no solo arrojó luz sobre la censura de la literatura en los territorios de ultramar, sino que también subrayó la capacidad de los intelectuales y laicos novohispanos de encontrar formas creativas para eludir las estrictas normas de la época. Estas discusiones invitan a reflexionar sobre el papel de la censura en la configuración del conocimiento y la cultura en la época colonial, así como sobre los mecanismos empleados para resistirla.
Este evento destacó la importancia de entender los matices y desafíos históricos de la Inquisición en México y su influencia en la regulación cultural tanto en la Nueva España como en sus dominios más remotos, ofreciendo un análisis integral de cómo el control de ideas y la censura afectaron la circulación de conocimientos en el Imperio Español.