Un arquitecto mexicano se convirtió en pieza clave para la resurrección de uno de los monumentos más emblemáticos del mundo. Alejandro Arredondo, originario del Estado de México, no solo presenció el devastador incendio de la Catedral de Notre Dame en 2019, sino que se sumergió de lleno en su reconstrucción, liderando un equipo que utilizó tecnología de punta para devolverle la vida a este gigante de piedra.
Cuando las llamas devoraban la aguja de Notre Dame aquel fatídico 15 de abril, Arredondo, como muchos parisinos, observaba con el corazón encogido. Poco sabía que ese momento marcaría un antes y un después en su carrera. «Jamás imaginé que ese día cambiaría mi vida», confiesa el arquitecto mexicano.
La tarea era monumental: restaurar Notre Dame en tiempo récord y con una precisión milimétrica. Aquí es donde Arredondo y su equipo entraron en escena, armados con escáneres 3D y drones de última generación.
«Creamos una ‘nube de puntos’, una maqueta digital ultra precisa», explica Arredondo. Este mapa digital se convirtió en la brújula para los restauradores. ¿El desafío? Capturar cada imperfección, cada cicatriz de los 850 años de historia de la catedral. «No todos los muros están rectos, ni todas las ventanas son perfectamente redondas», revela el arquitecto.
El trabajo no fue miel sobre hojuelas. «Estábamos bajo una gran presión», recuerda Arredondo. Las primeras visitas al sitio fueron un «golpe emocional», y el equipo tuvo que enfrentarse a condiciones peligrosas. «Había una nube de plomo tóxica», cuenta, describiendo cómo tenían que usar trajes de protección dignos de una película de ciencia ficción.
Para Arredondo, este proyecto fue más que un trabajo; fue una misión diplomática no oficial. «Me sentí como un embajador de México y Latinoamérica», dice con orgullo. Su participación en esta obra, tratada como un asunto de Estado en Francia, demuestra que el talento no tiene fronteras.
«Notre Dame une a las personas», reflexiona Arredondo. Y tiene razón. Este proyecto no solo reunió a expertos de todo el mundo, sino que captó la atención y el cariño global. La rapidez de la restauración, calificada por Arredondo como «asombrosa», es un testimonio del poder de la colaboración internacional.
Cuando Notre Dame reabra sus puertas, llevará consigo no solo siglos de historia francesa, sino también la huella indeleble de un mexicano que ayudó a traerla de vuelta a la vida. Alejandro Arredondo ha demostrado que, con pasión y tecnología, se pueden mover montañas… o en este caso, reconstruir catedrales.
La próxima vez que visites Notre Dame, recuerda: en cada piedra, en cada arco, hay un poco de México, gracias al trabajo de Alejandro Arredondo y su equipo. Una historia que nos recuerda que los sueños, como las catedrales, pueden reconstruirse y alcanzar nuevas alturas.