CDMX a 3 de noviembre, 2023.- Tras el colorido tributo a los que ya no están, el Día de Muertos deja tras de sí no solo un legado de recuerdos, sino también montañas de pétalos de cempasúchil. Esta flor, símbolo de la festividad, ahora marchita, podría tener un nuevo propósito: enriquecer la vida que continúa.
Durante la conmemoración del 1 y 2 de noviembre, millones de hogares y altares en todo México se visten con el intenso naranja de la flor de cempasúchil. Pero, ¿qué sucede cuando las velas se apagan y los altares se desmantelan? La respuesta sustentable está en la reutilización de esta flor vibrante.
La flor de cempasúchil no solo guía las almas con su color y aroma, sino que también puede convertirse en un agente vital para el ciclo de la vida post-celebración. Expertos en sustentabilidad y tradiciones mexicanas sugieren que la flor puede ser usada para mejorar la fertilidad del suelo y proteger los cultivos contra plagas. Además, la flor no solo es un festín para los ojos durante el Día de Muertos, sino que también puede ser un regalo para la salud si se utiliza en infusiones.
Con sus propiedades antioxidantes y antiinflamatorias, la cempasúchil puede pasar de ser una ofrenda espiritual a una taza de bienestar físico. En el ámbito de la herbolaria, esta flor ha sido reconocida por sus beneficios terapéuticos, incluyendo sus efectos analgésicos y antibacterianos.
En un mundo que busca desesperadamente ser más verde, el cempasúchil nos enseña que incluso en la muerte, hay una oportunidad para la vida. La reutilización de esta flor después de la festividad es un testimonio del respeto por la naturaleza y la sabiduría de las tradiciones mexicanas.
Así, al tiempo que las festividades concluyen, la flor de cempasúchil nos invita a reflexionar sobre cómo nuestras prácticas culturales pueden ser sostenibles y cómo cada fin puede ser también un nuevo comienzo para el ciclo natural de la vida.