CDMX a 31 de mayo, 2024.- El 2 de junio, los mexicanos tienen una cita crucial con las urnas. Además de elegir al próximo presidente, se definirán los 628 nuevos miembros del Congreso Federal, con 500 diputados y 128 senadores. Esta elección no solo marcará el rumbo de la presidencia, sino también determinará el equilibrio de poder entre el Ejecutivo y el Legislativo.
El gran debate de estas elecciones legislativas gira en torno a dos opciones: votar por el mismo partido que el del presidente para asegurar una mayoría afín, o diversificar el voto para mantener un equilibrio de poderes. En juego está la capacidad del Congreso para aprobar o rechazar las propuestas del Ejecutivo, siendo un verdadero contrapeso.
El Senado de la República está compuesto por 128 miembros que representan a las 32 entidades federativas. Se eligen 64 senadores por mayoría en las urnas, 32 por primera minoría y 32 por representación proporcional. Por primera vez, los senadores en funciones pueden buscar la reelección, y cerca de 40 están en la contienda para renovar su escaño.
La Cámara de Diputados, renovada cada tres años, está formada por 500 integrantes. De estos, 300 son elegidos por mayoría relativa y 200 por representación proporcional. Este sistema mixto busca evitar la sobrerrepresentación y mantener una representación equitativa de todas las fuerzas políticas.
Desde las elecciones de 2018, el Congreso ha sido dominado por la coalición Juntos Haremos Historia (Morena, PT, y PVEM), facilitando la aprobación de reformas clave para el presidente López Obrador. Sin embargo, la oposición ha formado bloques para contener propuestas que consideran regresivas, logrando frenar varias reformas constitucionales.
Actualmente, la Cuarta Transformación cuenta con el 54.68% de los senadores y el 54.34% de los diputados. A pesar de perder algunas curules, Morena y sus aliados mantienen una mayoría significativa. En la Cámara de Diputados, la oposición suma el 45.05% de los escaños, mientras que en el Senado, su fuerza es del 39%.
El 2 de junio, los ciudadanos decidirán no solo el futuro presidente, sino también la configuración del Congreso. Esta elección es una oportunidad para definir si México seguirá con un fuerte presidencialismo o avanzará hacia un equilibrio de poderes más robusto.