El momento de dormir puede ser un reto para muchas familias. Mientras algunos padres buscan que sus bebés aprendan a dormir solos cuanto antes, otros prefieren el colecho como una forma de brindar seguridad y cercanía. Pero, ¿realmente es necesario que un bebé duerma solo? ¿Y cuál es el mejor momento para fomentar su independencia nocturna?
La exterogestación y el apego en el sueño infantil
A diferencia de otras especies, los bebés humanos nacen completamente dependientes de sus cuidadores. Este período de adaptación al mundo exterior, conocido como exterogestación, es crucial para su desarrollo emocional. Durante los primeros meses, el contacto físico y la cercanía con los padres no solo brindan seguridad, sino que también ayudan a regular sus emociones y su sueño.
En este contexto, los despertares nocturnos no son un simple capricho, sino una manifestación natural del desarrollo neurológico y emocional del bebé. Durante el primer año de vida, la necesidad de contacto es mayor debido a procesos como la angustia por separación, que suele surgir alrededor de los 8 meses.
Cuando un bebé se despierta y llora buscando consuelo, no está “manipulando” a sus padres, sino reforzando su confianza en ellos. La respuesta afectuosa y consistente a sus necesidades contribuye a la formación de un apego seguro, lo que en el futuro se traduce en mayor autoestima y mejores habilidades para gestionar el estrés.
¿Dormir solo o acompañado? Una cuestión cultural
La idea de que los bebés “deben” dormir solos es relativamente reciente y está influenciada por la cultura occidental. En países como Japón o algunas comunidades indígenas, el colecho es una práctica común hasta los 5 o 6 años, sin que esto afecte la independencia de los niños.
Por otro lado, en muchas sociedades occidentales se ha promovido la separación temprana bajo la creencia de que fomenta la autonomía. Sin embargo, la evidencia sugiere que la independencia infantil no surge de la separación forzada, sino de la seguridad emocional. Un niño que se siente acompañado y protegido en sus primeros años tiende a desarrollar mayor confianza en sí mismo.
¿Cuándo es el mejor momento para la transición?
El fin de la exterogestación, alrededor del primer año de vida, suele ser un buen momento para comenzar a fomentar la independencia en el sueño. Para ello, se recomienda:
- Establecer una rutina nocturna relajante y consistente.
- Utilizar un objeto de apego, como un peluche o mantita.
- Hacer la transición de forma progresiva, empezando con siestas en su propia cama o moviendo la cuna cerca de la cama de los padres.
Métodos para enseñar a dormir: ¿sí o no?
Algunos expertos han propuesto técnicas como la espera progresiva, donde se permite que el bebé llore en intervalos antes de ser consolado. Si bien algunos estudios sugieren que esto puede ayudar a alargar los periodos de sueño, otros advierten que puede generar niveles elevados de estrés si se aplica de manera estricta.
Lo ideal es encontrar un punto medio, respetando tanto las necesidades del bebé como el bienestar de la familia. Más que aplicar una técnica rígida, lo importante es adaptar la transición al ritmo del niño, asegurando siempre su bienestar emocional.
Cada familia, su propio camino
El sueño infantil no es una regla universal, sino un proceso evolutivo que cada familia vive de manera diferente. La clave está en acompañar a los bebés con amor y paciencia, asegurándoles que, duerman solos o acompañados, siempre estarán protegidos.