Cuando piensas en el Circuito Interior o la Calzada de Tlalpan, ¿alguna vez te has imaginado que esas grandes avenidas eran, hace no mucho tiempo, un río? Así es, el Río Churubusco, que hoy está casi completamente oculto bajo el asfalto, fue en su momento un cuerpo de agua vital para la Ciudad de México. ¿Qué pasó con ese río y por qué se decidió enterrarlo? Aquí te lo cuento de manera sencilla.
El Río Churubusco: De Agua a Historia
Hace muchos años, cuando la Ciudad de México era un conjunto de pequeños pueblos rodeados de lagos y canales, el Río Churubusco era una de las arterias de agua más importantes. Este río conectaba con los grandes lagos de Texcoco, Xochimilco, y Chalco, y era indispensable para la vida cotidiana. Nuestros antepasados, especialmente los mexicas, usaban el río para transportar mercancías y para regar sus cultivos en las famosas chinampas, esas islas flotantes que aún puedes ver en Xochimilco.
El Cambio con la Llegada de los Españoles
Con la llegada de los españoles, el uso del río cambió. Aunque siguió siendo una fuente importante de agua, la creciente urbanización comenzó a pasarle factura. A lo largo del siglo XIX, la Ciudad de México creció, y con ella, la contaminación del Río Churubusco. Se convirtió en un lugar donde se desechaban residuos, y poco a poco, la calidad del agua se deterioró.
Además, durante la Guerra de Intervención Estadounidense en 1847, el río se convirtió en un escenario de batalla. La Batalla de Churubusco, que ocurrió a lo largo de sus márgenes, fue un momento clave en la historia del país.
La Transformación: De Río a Carretera
En el siglo XX, la Ciudad de México experimentó un crecimiento acelerado. Con la llegada de los años 50, la expansión de la ciudad y la necesidad de nuevas vías para el tráfico vehicular llevaron a una decisión radical: cubrir el Río Churubusco y convertirlo en una avenida. Así nació el Circuito Interior Río Churubusco, una de las principales vías rápidas de la ciudad.
¿Qué implicó esto? Básicamente, el río fue entubado y redirigido para que el agua corriera bajo tierra, mientras que en la superficie se construyó la carretera. Esta transformación permitió mejorar el tráfico, pero también significó la pérdida de un ecosistema natural y la desaparición de un recurso hídrico importante.
El Legado de una Decisión
Entubar el Río Churubusco es un ejemplo de cómo las decisiones de infraestructura, que buscan resolver problemas inmediatos como el tráfico, pueden tener efectos duraderos en el medio ambiente. La ciudad ganó una carretera, pero perdió un río. Hoy, aunque el agua sigue fluyendo bajo tierra, la mayoría de los habitantes de la Ciudad de México no sabe que, al conducir por el Circuito Interior, están pasando sobre lo que alguna vez fue un río.
Un Recordatorio en la Actualidad
A pesar de estar oculto, la historia del Río Churubusco sigue viva en el nombre de las avenidas y en algunas zonas específicas donde aún se puede ver el agua, como en el Parque de los Venados. Esta historia nos recuerda la importancia de pensar en las consecuencias de las decisiones que tomamos para nuestra ciudad y cómo esas decisiones moldean el lugar donde vivimos.
Ahora que sabes un poco más sobre la historia del Río Churubusco, la próxima vez que pases por el Circuito Interior, quizás lo veas con otros ojos. Porque, después de todo, debajo de ese asfalto, aún corre un río que fue testigo de la evolución de la Ciudad de México.
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