México es un buen ejemplo de la fama e historia del mazapán, un dulce hecho de azúcar y cacahuate que tiene diferentes variantes alrededor del mundo, pero goza de la misma popularidad en los países que se consume.
El origen de este alimento ha sido una cuestionada debatida por diferentes regiones que aseguran ser la cuna del mazapán.
El primer registro de este platillo se encuentra en el libro Las mil y unas noches, donde se menciona que los musulmanes comían un pan afrodisíaco hecho con miel, dátiles y nueces que además ayudaba al ayuno para el Ramadán.
Este tipo de recetas también son localizadas en la antigua Grecia y en zonas cercanas a Toledo, donde por los años 850 y 900 comenzaron a producir una pasta de azúcar y miel. Sería hasta el año 1150, en el reinado de Alfonso VII, cuando los cronistas españoles hablarían de la existencia un «postre regio».
Se cree que las monjas del Convento de San Clemente en Toledo fueron quienes popularizaron y dieron forma a la receta, como una forma de enfrentar la hambruna de Castilla tras las batallas de Tolosa, en 1212.
La receta de las monjas toledanas estaba hecha con azúcar y almendras (para sustituir el trigo), aunque también hay una variante de este dulce que se mezclaba con pechuga de gallina deshecha para dársela a los enfermos del Hospital de Santiago de Toledo.
Origen de palabra
Derivado este doble origen, se han identificado dos orígenes de la palabra mazapán. El primero indica que la palabra nace de la mezcla de la palabra maza, como se llamaba el mortero donde se mezclaban el azúcar y la almendra, y pan, el resultado final.
Otras fuentes indican que se trata de una variación de la palabra árabe manthabán, como se llamaba el recipiente donde se hacían pastas, aunque también se cree que hace alusión a mautha-ban (rey sentado) por las figuras que tenían los dulces.
Aunque Toledo se adjudica de manera local la receta del mazapán a través de su Ministerio de Agricultura, hay registros de que este platillo también se preparaba en Italia en el año 1193, en el convento de Eloisa Martorana, donde las monjas cocinaban mazapanes con figuras y les agregaban azafrán y pistache.
Sin embargo, el Sínodo de Mazara, en 1575, prohibió a las monjas preparar mazapanes porque las distraía de sus labores, lo que no impidió que las religiosas continuarán con su labor, a escondidas.
En México, la receta del mazapán fue adaptada Jesús Michel González, fundador de Dulces de la Rosa, una de las marcas más populares del país.
Según su página oficial, González adaptó la receta de manera artesanal en su casa en Guadalajara, en 1942, pero su popularidad creció tan rápido que decidió fundar su empresa para distribuir a todo el país. Pronto estos mazapanes se conocerían como «Mazapanes de la Rosa» por el símbolo con el que se envolvían los dulces.
A diferencia de las otras recetas, la mexicana usa cacahuate y, más que un pan, parece una pequeña oblea, pero más gruesa, que se rompe con facilidad. También existen versiones cubiertas con chocolate parecidas a las que fabrica la empresa Lúbecker, desde 1996, en Alemania.