El 2025 inició con un nuevo enfrentamiento entre la presidenta Claudia Sheinbaum y la prensa estadounidense. El reportaje del New York Times sobre un supuesto laboratorio clandestino de fentanilo en México desencadenó una serie de respuestas desde el gobierno mexicano, con la mandataria cuestionando la veracidad del artículo. Mientras tanto, el diario no se quedó callado y defendió su trabajo con vehemencia, en un contexto de creciente tensión bilateral previo al inicio del segundo mandato de Donald Trump.
En el Palacio Nacional, las mañaneras se han convertido en un escenario habitual para enfrentar críticas, pero esta vez fue diferente. La presidenta Claudia Sheinbaum, con su característica serenidad, desestimó el reportaje del New York Times como «poco creíble». Con imágenes proyectadas en la pantalla detrás de ella, afirmó que el proceso de producción de fentanilo no se realiza como se mostró en el artículo. «No es así como se produce», dijo, mientras expertos de la Secretaría de Marina y Cofepris respaldaban sus palabras con datos científicos.
La respuesta de Sheinbaum no se limitó a palabras; trajo consigo a un equipo de especialistas para desmentir científicamente las afirmaciones hechas por el periódico. Armida Zúñiga, de Cofepris, detalló la peligrosidad del fentanilo y cómo su manejo requiere medidas de seguridad que no se veían en las fotos publicadas. La presidenta insistió en que esta no era la primera vez que el NYT publicaba información cuestionable sobre México, recordando pasados reportajes que vinculaban a su predecesor con el crimen organizado.
Mientras tanto, en las oficinas del New York Times en Manhattan, la reacción no se hizo esperar. A través de sus redes sociales, el diario declaró tener «absoluta confianza» en sus reportajes. Afirmaron que sus periodistas, Natalie Kitroeff y Paulina Villegas, habían pasado meses investigando, documentando el funcionamiento de un laboratorio en Sinaloa y entrevistando a funcionarios y exfuncionarios mexicanos. El NYT no solo defendió su trabajo sino que también cuestionó la respuesta del gobierno mexicano, apuntando a una posible reticencia a aceptar la realidad del problema de drogas en el país.
Este enfrentamiento no es meramente informativo; tiene un trasfondo político y diplomático significativo. Con Donald Trump a punto de asumir de nuevo la presidencia de Estados Unidos, cualquier roce con México podría escalar rápidamente. La relación entre ambos países ya ha sido tensa, marcada por temas como migración, aranceles y el tráfico de drogas. Este nuevo episodio solo añade más leña al fuego, especialmente cuando Sheinbaum ha tenido que navegar por la diplomacia con firmeza, como cuando respondió a las amenazas arancelarias de Trump con la promesa de medidas espejo.
En las calles de Culiacán, donde se sitúa el presunto laboratorio, la vida sigue su curso, ajena a las controversias internacionales. Sin embargo, los ciudadanos no pueden evitar sentir el eco de estas discusiones en sus vidas diarias. La violencia y la presencia del crimen organizado son tangibles, y aunque algunos ven en los reportajes internacionales una oportunidad para presionar por cambios, otros temen la estigmatización de su ciudad y la región.
En el ámbito digital, los usuarios de redes sociales se dividen. Algunos apoyan a Sheinbaum, aplaudiendo su defensa del país frente a lo que perciben como una campaña de desprestigio; otros critican al gobierno por no enfrentar de manera efectiva el problema del narcotráfico. El debate se intensifica en plataformas como X, donde los posts reflejan una sociedad mexicana cada vez más polarizada sobre cómo manejar la imagen y la realidad del país ante el mundo.
Este enfrentamiento, aunque centrado en un reportaje específico, simboliza una lucha más amplia por la narrativa y el control de la información en tiempos de tensión entre dos naciones vecinas. Con cada parte buscando reafirmar su posición, el año apenas comienza, y ya se vislumbra un camino lleno de desafíos para la relación México-Estados Unidos bajo la mirada atenta de un mundo que observa.