Por Bruno Cortés
La senadora Cynthia López Castro ha tomado la decisión de renunciar al Partido Revolucionario Institucional (PRI), una medida que ha dejado eco en la esfera política. Durante su declaración, la legisladora argumentó que su salida se debe a diferencias irreconciliables con el dirigente nacional, Alejandro Moreno. Agradeció al PRI por haberla acogido, enfatizando que su llegada al partido fue sin el respaldo de una familia política, pero lamentó que la actual dirigencia ya no representa los valores que una vez le dieron sentido a su militancia.
López Castro expresó su tristeza al mencionar que el partido al que se unió ha cambiado radicalmente. Recordó un PRI que luchaba contra las desigualdades y se dedicaba a la labor social, un PRI que se preocupaba por la gente y por las instituciones, donde la disidencia y diversas corrientes de pensamiento eran bienvenidas. Para ella, el PRI de hoy es muy diferente, lo que la llevó a sentir que ya no tenía cabida en esa organización.
Su renuncia se produce en un contexto de creciente tensión en el Congreso, especialmente tras su ausencia en la votación de la reforma conocida como ‘Supremacía Constitucional’, impulsada por el partido en el poder, Morena. López Castro aclaró que su falta en la sesión no fue intencional; se sintió mal y tuvo que salir del recinto sin tiempo suficiente para regresar. No obstante, destacó que su ausencia no fue determinante para la aprobación de la reforma, que generó un intenso debate entre las diferentes fuerzas políticas.
La salida de López Castro del PRI refleja no solo sus desencuentros personales, sino también un cambio más amplio en la política mexicana, donde las antiguas lealtades y estructuras están siendo cuestionadas en favor de nuevas visiones y enfoques. Su renuncia podría ser un llamado de atención sobre la necesidad de los partidos de adaptarse y escuchar las voces de sus militantes, quienes buscan una representación auténtica y comprometida con el bienestar social.