Por Juan Pablo Ojeda
La inesperada dimisión de Chrystia Freeland, hasta hace poco viceprimera ministra y ministra de Finanzas de Canadá, ha sumido al gobierno de Justin Trudeau en una crisis política de gran magnitud. La renuncia de Freeland, quien había sido una de las figuras más cercanas y de confianza del primer ministro, se produjo a primeras horas del lunes y sorprendió tanto al Partido Liberal como a la opinión pública.
Freeland explicó en una carta que su dimisión fue impulsada por diferencias políticas con Trudeau, así como por desacuerdos con algunas de sus decisiones económicas. La sorpresiva salida de la política, quien había sido un pilar clave en el gobierno de Trudeau durante años, provocó una reacción inmediata de los opositores, que pidieron la dimisión del primer ministro, alegando que la crisis refleja la creciente inestabilidad de su gobierno.
A lo largo de ese «día difícil», como lo calificó Trudeau, el primer ministro se mantuvo fuera del alcance de los medios de comunicación, lo que incrementó la incertidumbre y especulación en torno a su futuro político. Sin embargo, por la noche, participó en una reunión de emergencia con los miembros del Partido Liberal de Canadá, donde se discutió la gravedad de la situación. Fuentes dentro de la reunión indicaron que varios parlamentarios, incluso algunos de su propio partido, pidieron la dimisión inmediata de Trudeau, lo que refleja la creciente presión sobre su liderazgo.
Imágenes captadas por cámaras mostraron a un Trudeau serio, recibiendo un cálido aplauso por parte de los diputados al presentar a Freeland, quien acudió a la cita tras su renuncia. El primer ministro intentó calmar los ánimos, destacando el «privilegio» que representaba servir como líder de su país y destacando su compromiso con el Partido Liberal y sus principios.
Aunque Trudeau intentó transmitir tranquilidad, el contexto económico y social de Canadá sigue siendo un reto para su gobierno. El fuerte encarecimiento del costo de la vida, la falta de viviendas asequibles y el deterioro de los servicios sociales han generado un creciente descontento entre los ciudadanos, lo que ha afectado la popularidad del primer ministro. La renuncia de Freeland es vista por muchos como un síntoma de la creciente fractura interna dentro del Partido Liberal y de la inestabilidad política que afecta al gobierno.
Para intentar frenar la crisis, Trudeau ha nombrado a Dominic LeBlanc, actual ministro de Seguridad Pública, como titular interino de la cartera de Finanzas, un nombramiento que busca dar estabilidad temporal a la gestión gubernamental. LeBlanc es un veterano político que mantiene una relación cercana con la familia Trudeau, lo que podría ayudar a suavizar la situación en el corto plazo.
Sin embargo, la crisis no está resuelta y la impopularidad de Trudeau sigue siendo un desafío significativo. El próximo martes, último día de actividad parlamentaria antes del receso navideño, se espera que el primer ministro participe en la tradicional fiesta de su grupo parlamentario, donde podría enfrentar nuevos cuestionamientos sobre su futuro.