Durante décadas, muchos han creído que correr desgasta las rodillas, pero la ciencia ha desmentido este mito. Investigaciones recientes confirman que, lejos de perjudicarlas, el running fortalece las articulaciones y reduce el riesgo de osteoartritis cuando se realiza correctamente.
Correr no solo mejora la salud cardiovascular y ayuda a controlar el peso, sino que también:
- Fortalece músculos y huesos, incluyendo los que rodean la rodilla.
- Estimula la producción de líquido sinovial, lubricante natural de las articulaciones.
- Reduce el estrés y mejora el sueño, gracias a la liberación de endorfinas.
Un estudio de Northwestern Medicine reveló que los corredores tienen menor incidencia de artrosis que los sedentarios, ya que el movimiento repetitivo (con moderación) nutre el cartílago y mejora su resistencia.
¿Por qué persiste el mito del daño en las rodillas?
Afecciones como la «rodilla del corredor» suelen atribuirse al impacto de la carrera, pero en realidad surgen por:
- Errores técnicos (mala pisada, sobrecarga).
- Falta de fortalecimiento muscular.
- Exceso de volumen o intensidad sin adaptación previa.
NBC News destaca que el dolor articular en corredores suele deberse a desequilibrios musculares o falta de preparación, no al running en sí.
Claves para correr sin lesionarse
- Calentamiento y estiramientos: Fundamental para preparar músculos y articulaciones.
- Zapatillas adecuadas: Amortiguación y soporte adaptados a tu pisada.
- Entrenamiento de fuerza: Piernas y core fuertes protegen las rodillas.
- Progresión gradual: Evitar aumentar distancia o velocidad bruscamente.
- Descanso e hidratación: Permitir la recuperación y mantener lubricadas las articulaciones.
Conclusión: Correr es seguro (y beneficioso) con precaución
La evidencia es clara: el running no daña las rodillas si se practica con inteligencia. Quienes experimenten dolor deben revisar su técnica o consultar a un especialista, pero no temer al ejercicio. Como resume la revista GQ: «Correr no destruye las articulaciones; las sedentarias sí».
