Se dice que el superpoder de la invisibilidad solo puede usarse para hacer el mal como en el caso de la gobernadora Layda Sansores que falsifica conversaciones y donde hoy Ricardo Monreal es víctima.
Esconderse no tiene una utilidad heroica y solo sirve para espiar y engañar, lo que nos lleva a preguntar arriba de un gobernador que miente ¿de donde sale la instrucción? No esta muy lejos del secretario de gobernación, Adán Augusto López, corcholata a la presidencia y quien tiene el poder del estado para golpear adversarios .
Engañar es precisamente lo que hace la aplicación que hoy traemos a este espacio. Con ella puedes falsificar conversaciones de WhatsApp. ¿Hasta qué punto es ética? ¿Cómo se justifica su existencia?
FALSEAR CONVERSACIONES DE WHATSAPP
WhatsApp, la aplicación reina en España para chatear, no es infalible. Es cierto que el cifrado de extremo a extremo facilita que nadie pueda leer tu conversación. Pero ¿y modificarla? Si alguien puede cambiar lo que hemos dicho, podríamos tener algún problema.
Esto nos devuelve al tema del peligro que existe cuando nuestros datos pueden ser editados. Para ponernos en situación, imagina que un compañero del trabajo llamado Paco nos enseña un pantallazo de su conversación con nuestra pareja (Laura). Al parecer, Laura le ha estado “echando fichas” durante meses, y así lo muestra la última conversación:
Por supuesto, la conversación es falsa. Pero no hemos tenido que robarle a Laura F. su teléfono. Lo único que hemos hecho es bajarnos la app Fake Chat Conversations y redactar un escenario complejo. Para darle realismo, hemos imitado el modo en que Laura se expresa. También hemos copiado el nombre que muestra o su fotografía.
Si alguien mira la pantalla, se piensa que es una conversación real. Quizá confiemos ciegamente en nuestra pareja y este tipo de bromas pesadas –casi tortura– no nos afecten. Pero ¿confiamos en la dirección de la empresa en la que trabajamos? Quizás sí, quizás no. Imaginemos el daño que un falso WhatsApp podría desatar en una compañía en la que el ambiente estuviese ya caldeado:
Si un compañero de trabajo te enseña esta conversación falsa, ¿qué harías? Como poco, preocuparte. Si estás en proceso de selección de alguna otra empresa, harás lo imposible para irte. En caso de que no, te pondrás a buscar trabajo en LinkedIn. Si, además, tu compañero te pide que seas discreto, es muy poco probable que logres darte cuenta de lo que pasa.
¿CÓMO SE DETECTA EL FALSO WHATSAPP?
Fiarse de una pantalla no siempre es aconsejable, como vimos con algunos delitos orientados a los espejismos. El phishing está a la orden del día. Es decir, fingir que somos otra persona en redes sociales o web para extraer información personal. Confiamos en la pantalla y, sin embargo, prestamos poca atención a los protocolos seguros de internet o al buen uso de la tecnología.
En cualquiera de los dos ejemplos de arriba, darse cuenta de que estamos ante un engaño es fácil. Si se trata de una captura, basta con pedir a la otra parte que nos muestre la conversación original. ¿No la tiene? Sospecha: sin evidencia no vamos a ningún lado. Si nos la muestra en la aplicación de chats falsos, desmontar el engaño también es muy fácil:
Basta con ir a la ventana de “estados” o teclear algo en la barra de escritura. En el primer caso, veremos anuncios. Aunque los habrá en un futuro, estos son claramente orientados a opciones freemium de una app que no es WhatsApp. En el segundo caso, al escribir veremos una muesca verde junto al botón de enviar. Se usa para configurar si habla el emisor o receptor.
¿Qué ocurre? Que si no sabemos cómo funciona la aplicación original, o que existe una que clava el aspecto de WhatsApp, podemos ser engañados con facilidad. La educación digital va más allá de la alfabetización digital, como ya comentó Carlos Magro, vicepresidente de la Asociación Educación Abierta.
FALSAS CONVERSACIONES: ¿HERRAMIENTA PARA EL BULLYING?
Hace unos días, el conocido usuario Jurfurjur colgó en un hilo algo que había ocurrido en la clase en la que estudia. El juego “¿Te mola alguien [de clase]?” que se hizo público vía Instagram. Como resultado, una de los integrantes no voluntarios, en este caso una chica, recibió muy pocos síes.
No era bullying ni un ataque, sino una situación que se fue de las manos. Independientemente de la falta de intencionalidad, los resultados no se hicieron esperar. Como consecuencia, alguien lo pasó mal:
Con una herramienta orientada a generar de forma intencionada conversaciones falsas, las posibilidades de hacer daño son infinitas. En el caso de arriba, en una universidad, todos los integrantes eran mayores de edad y, pese al daño, no había intención de herir. Pero imaginemos una falsa conversación en la que varios alumnos se meten con otro. Por desgracia, generarla es fácil.
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