Por Juan Pablo Ojeda
Los primeros meses de Claudia Sheinbaum como presidenta de México han sido un reflejo claro de la continuidad con respecto a su predecesor, Andrés Manuel López Obrador, con algunos toques distintivos que marcan el inicio de su propio mandato. A pesar de ser la primera mujer al frente del país, Sheinbaum ha heredado una serie de problemas estructurales y sociales que aún afectan al país, principalmente la violencia en diversas regiones y los conflictos judiciales internos.
Uno de los elementos más destacados de su presidencia ha sido el regreso de México a los foros internacionales. Sheinbaum asistió a la cumbre del G20 en Brasil, en noviembre de 2024, algo que su antecesor, López Obrador, había evitado durante su mandato. Esta cumbre, que reúne a los principales líderes del mundo, sirvió para consolidar la presencia de México en la arena internacional. En Río de Janeiro, Sheinbaum mantuvo reuniones bilaterales con figuras claves como el presidente de China, Xi Jinping, el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, y el mandatario francés Emmanuel Macron, entre otros.
El contraste con López Obrador, quien nunca asistió a dicha cumbre durante su sexenio, es significativo. El enfoque de Sheinbaum en fortalecer la diplomacia internacional parece ser uno de los pocos elementos diferenciadores de su gestión frente a la de su predecesor, al tiempo que ha mantenido la continuidad en los objetivos internos de la llamada Cuarta Transformación.
Persisten los Problemas de Violencia y Reforma Judicial
En cuanto a los problemas internos, Sheinbaum enfrenta desafíos serios que ya se arrastraban al final del mandato de López Obrador. La violencia sigue siendo un tema central, especialmente en los estados de Chiapas, Guerrero y Sinaloa, donde los enfrentamientos entre grupos delictivos han desbordado la capacidad del Estado para garantizar la seguridad.
El asesinato del Padre Marcelo Pérez, un sacerdote conocido por su trabajo humanitario en Chiapas, se convirtió en un símbolo del aumento de la violencia en el estado, que es frontera con Guatemala y donde los grupos criminales luchan por el control del territorio. En Sinaloa, los conflictos entre los hijos de Joaquín «El Chapo» Guzmán y los seguidores de Ismael «El Mayo» Zambada han dejado un saldo de cientos de muertos desde agosto. Los enfrentamientos han escalado desde la captura de Zambada en julio, y la situación de inseguridad sigue siendo alarmante.
Aunque Sheinbaum ha respondido enviando al secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Omar García Harfuch, y aumentando la presencia militar en la zona, la violencia en Culiacán y otras regiones sigue sin ceder. Los habitantes de la capital sinaloense denuncian un clima de «toque de queda» impuesto por los grupos armados, lo que refleja la magnitud de la crisis de seguridad que atraviesa la región.
Reforma Judicial: Un Conflicto Interno que Sigue Dividiendo
En el ámbito político, uno de los temas más polémicos de la administración de Sheinbaum ha sido la reforma judicial, promovida por López Obrador y respaldada por la nueva presidenta. La reforma, que propone la elección popular de jueces y magistrados, ha generado una fuerte oposición entre los trabajadores del Poder Judicial, quienes consideran que esta modificación a la estructura del sistema judicial mexicano podría comprometer la independencia y eficacia de la justicia. La resistencia fue tal que se convocó a un paro laboral prolongado, lo que ha complicado el ambiente en el poder judicial.
El Gobierno de Sheinbaum, sin embargo, defiende la reforma como una medida para mejorar la legitimidad y transparencia del sistema judicial, argumentando que se busca un acceso más directo y democrático al poder judicial. Sin embargo, el clima de confrontación con los jueces sigue latente, y la reforma judicial continúa siendo un tema candente que podría afectar la relación entre el Ejecutivo y el Poder Judicial a lo largo de su mandato.
Conclusión: Continuidad, Diplomacia y Desafíos Internos
A pesar de ser la primera mujer en asumir la presidencia de México, Claudia Sheinbaum ha mantenido en gran parte las políticas de su antecesor, Andrés Manuel López Obrador. Si bien ha dado pasos hacia la diplomacia internacional, como lo demuestra su participación en el G20, los retos internos que enfrenta son inmensos y han sido heredados de su gobierno. La violencia, especialmente en estados como Chiapas, Guerrero y Sinaloa, continúa siendo un problema persistente, y la reforma judicial que busca transformar el sistema judicial del país sigue siendo un tema de división. Los próximos meses de su gobierno definirán cómo logra balancear la continuidad con la necesidad de atender estos problemas cruciales.