Caos en Alameda Central: Policías y Comerciantes Ambulantes en Enfrentamiento Épico

La mañana comenzó como cualquier otra, con los vendedores ambulantes instalando sus puestos de comida y artículos diversos a lo largo de la emblemática Alameda Central. El sol brillaba, y las aceras se llenaban de colores y aromas distintos, pero la paz fue efímera. La llegada del personal de Reordenamiento Territorial, acompañado por elementos de la Policía Auxiliar, marcó el inicio de un día que no sería olvidado fácilmente.

 

El conflicto surgió cuando los funcionarios intentaron dialogar con los comerciantes para que abandonaran la zona no autorizada para el comercio. Las palabras rápidamente se convirtieron en empujones y luego en una riña sin cuartel. Los comerciantes, con sus carritos y puestos semifijos, no estaban dispuestos a ceder el espacio que consideraban vital para su sustento.

 

La tensión se palpaba en el aire; el sonido de las voces elevadas y los gritos resonaban entre los árboles y los monumentos históricos de la Alameda. Los policías, equipados con escudos y cascos, intentaban contener la situación, pero la resistencia de los vendedores era feroz. En medio del caos, la salsa de flautas y otras condimentos volaron por los aires, literalmente, como un acto de rebelión culinaria contra la autoridad.

 

La respuesta de los comerciantes no se hizo esperar. Con la detención de tres de sus compañeros, decidieron tomar medidas drásticas. Los vendedores, ahora con una causa común, bloquearon el Eje Central y la Avenida Juárez, exigiendo la liberación de los detenidos. La escena era de película: carritos de helados y puestos de tacos transformados en barricadas, con los comerciantes gritando consignas de libertad y justicia.

 

El enfrentamiento no solo fue físico; fue una batalla por el derecho al espacio público y la subsistencia. Los policías, por su parte, argumentaban que cumplían con su deber de mantener el orden y la legalidad en la vía pública, mientras los comerciantes veían en esta acción una amenaza a su modo de vida.

 

La Alameda Central, lugar de paseo y encuentro, se convirtió en un campo de batalla inesperado, donde cada parte defendía sus intereses con vehemencia. La tarde avanzaba, y aunque el bloqueo fue finalmente desmantelado, el eco de la confrontación resonaba, recordando a todos que en la Ciudad de México, el comercio informal sigue siendo una cuestión de equilibrio delicado entre ley y necesidad.

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