Estados Unidos a 13 de marzo, 2024.- En un desarrollo que marca oficialmente el inicio de la carrera hacia las elecciones presidenciales de 2024 en Estados Unidos, tanto el presidente Joe Biden como el expresidente Donald Trump han asegurado los votos de delegados necesarios para obtener las nominaciones de sus respectivos partidos. Este acontecimiento configura un escenario de revancha entre dos de las figuras más polarizantes de la política estadounidense contemporánea, repitiendo la contienda de 2020 en una batalla que promete ser histórica por la intensidad de las campañas y los temas en juego.
La confirmación de Biden y Trump como candidatos no sorprendió a observadores y analistas, dada la clara ventaja que ambos ostentaban sobre otros aspirantes dentro de sus partidos. Biden, apoyado por la estructura del Partido Demócrata, se ha presentado como el líder capaz de mantener el rumbo y enfrentar los desafíos que plantea la administración de Trump. Por otro lado, Trump, al mando del movimiento «Make America Great Again», ha consolidado su base al ganar prácticamente todas las primarias estatales republicanas, superando incluso a competidores como la exembajadora de la ONU Nikki Haley.
El contexto de estas elecciones es particularmente tenso, con ambos candidatos expresando un marcado resentimiento personal el uno hacia el otro, lo que augura una campaña electoral repleta de ataques y controversias. Los temas clave que dominarán el debate incluyen la gestión de la crisis migratoria en la frontera con México, el desempeño de la economía bajo la administración Biden, y los numerosos casos judiciales que enfrenta Trump, incluido un juicio penal en Nueva York.
En este complejo panorama, Georgia emerge una vez más como un estado decisivo. En 2020, Biden logró una victoria ajustada en este estado tradicionalmente republicano, lo que contribuyó significativamente a su victoria presidencial. Ahora, Georgia vuelve a estar en el foco, con Trump enfrentando cargos por intentar alterar el resultado electoral en su contra.
Ante este escenario, Biden busca movilizar el electorado afroamericano e hispano, mientras que Trump intenta capitalizar el descontento con la inflación y otros temas económicos. Los «estados bisagra», como Pensilvania, Michigan, Arizona, Carolina del Norte, Wisconsin y Nevada, serán cruciales en definir el resultado de las elecciones de noviembre.