En el sur de Yucatán, un grupo de campesinos mayas, conocidos como Guardianes de las semillas, se esfuerzan por preservar la diversidad genética del maíz nativo y proteger el medio ambiente. Con apoyo tecnificado y una tradición de producción rural, estos agricultores cultivan en un entorno de respeto al medio ambiente y enfrentan los desafíos climáticos y económicos.
Entre los 150 agricultores del municipio de Peto, ubicado en el sureste de Yucatán, se reúnen una vez al mes para diseñar estrategias de cultivo selectivo con las variedades de maíz nativo que han cultivado durante generaciones. Su compromiso es recolectar y preservar la diversidad genética del maíz, lo que les permite enfrentar las crisis climáticas y económicas.
«Si no fuera por la milpa no habría sustento para nuestras familias», afirma Ricardo David Kumul Canul, un agricultor de 61 años. «Aquí en Xoy no habría gente, no habría sustento para nuestras familias, si no fuera por la milpa y los ingresos que provienen de ella también».
Los Guardianes de las semillas también cuentan con el respaldo del proyecto Milpa para la Vida, una iniciativa de la agencia de desarrollo Heifer Internacional México. A través de este proyecto, los campesinos reciben capacitación y acceso a herramientas para producir alimentos de manera sustentable y generar recursos extra.
«Los técnicos nos han enseñado a buscar los tallos de maíz medianos para recoger las semillas, no los altos», explica Ricardo. «El beneficio es que si la planta crece demasiado, el viento romperá el tallo. Entonces, cuando vemos que son de tamaño mediano y no demasiado altas, las seleccionamos para guardar nuestras semillas para el próximo año».
La labor de los Guardianes de las semillas no solo es importante para la preservación del maíz nativo, sino también para la protección del medio ambiente. «No utilizamos ninguna máquina, por lo que no generamos contaminantes y protegemos la naturaleza», afirma Ricardo. «Todo esto lo hacemos a mano. Nuestra inversión es nuestro tiempo y trabajo».