El 26 de agosto, la autopista México-Puebla se convirtió en el escenario de un inquietante incidente cuando Blanca Alcalá, diputada federal del PRI y vicepresidenta de la Cámara de Diputados, fue víctima de un secuestro exprés. El ataque, ocurrido mientras regresaba a Puebla tras una visita a la Ciudad de México, puso en evidencia la creciente preocupación por la seguridad en las carreteras del país.
El drama comenzó cuando Alcalá y su colaborador fueron interceptados por delincuentes que se hicieron pasar por ponchallantas, una táctica que les permitió detener el vehículo en el que viajaban. La legisladora y su acompañante fueron retenidos durante aproximadamente siete horas, tiempo durante el cual los secuestradores intentaron extorsionarlos y robarles.
Afortunadamente, ambos fueron liberados sanos y salvos, pero el suceso ha encendido alarmas sobre la seguridad en rutas frecuentadas, muchas de las cuales están marcadas por la actividad delictiva. Este incidente resalta la necesidad urgente de medidas más efectivas para garantizar la protección de quienes viajan por estas vías, especialmente en tiempos en los que la seguridad en México es una preocupación constante.