Entre las maravillas naturales de México, las cascadas de Ojoxapan se distinguen como una joya escondida que despliega su esplendor únicamente durante la temporada de lluvias. Situadas en el delicado equilibrio entre Catemaco y San Andrés Tuxtla, en Veracruz, este destino promete una aventura inolvidable para aquellos afortunados que decidan explorarlo en su momento más mágico.
El nombre Ojoxapan, que significa «río encantado» en náhuatl, hace justicia a las creencias locales que narran cómo los chaneques, seres míticos del folclore prehispánico, protegen estas cascadas. Estas entidades, consideradas guardianes de los bosques y selvas, añaden un velo de misterio y encanto a la ya impresionante belleza natural del lugar.
Las cascadas de Ojoxapan ofrecen no solo una escapada al corazón de la selva veracruzana, sino también la oportunidad de sumergirse en actividades al aire libre como el campismo, senderismo y natación en pozas de agua cristalina. La primera caída de agua, accesible tras un breve paseo por un sendero rodeado de árboles majestuosos, es solo el comienzo de una serie de descubrimientos que aguardan a los visitantes.
Más allá de las cascadas, Ojoxapan es un testimonio vivo de la vida rural en Veracruz, con una comunidad dedicada a la pesca, agricultura, ganadería y la creación de artesanías únicas elaboradas con flor de pantano. Las bolsas, sombreros, pulseras y alhajeros son reflejo del ingenio y la tradición local, convirtiéndose en recuerdos perfectos de una visita a este lugar tan especial.
Ubicadas a un breve viaje desde San Andrés Tuxtla, las cascadas se encuentran siguiendo la carretera con desviación de Acoyama, marcando el inicio de una aventura hacia lo desconocido. La facilidad de acceso contrasta con la sensación de aislamiento y conexión profunda con la naturaleza que experimentan aquellos que se aventuran a descubrir las cascadas en su máximo esplendor.