CDMX a 14 de septiembre, 2023.-La cirugía reconstructiva de la mano, un campo altamente especializado, ha avanzado considerablemente gracias al dominio de varias disciplinas y a la aplicación de la microcirugía. Este proceso requiere una estrategia de tratamiento integral desde el principio para lograr resultados óptimos. Uno de los aspectos fundamentales es llevar a cabo la reconstrucción en un solo procedimiento, lo que permite una movilización temprana y evita complicaciones como la rigidez articular.
El proceso comienza con el debridamiento inicial, que consiste en la limpieza y eliminación de tejido desvitalizado. A continuación, se procede a la reparación de todos los tejidos de la mano, incluyendo tendones, nervios, vasos sanguíneos, huesos y articulaciones. La cobertura de la herida es un paso crucial y se busca realizarla en la atención de urgencia para minimizar riesgos.
La rehabilitación de la mano debe comenzar de inmediato, ya que cualquier demora puede llevar a la rigidez articular, lo que comprometería la funcionalidad de la mano. En casos en los que no sea posible conservar una pinza básica de la mano, se recurre a técnicas de transferencias de ortejos, como la transferencia del hallux y otros ortejos, que han demostrado ofrecer excelentes resultados funcionales.
En el contexto de una lesión grave en la mano, se deben abordar múltiples estructuras, y en ocasiones, se requiere la utilización de colgajos para la cobertura de heridas. La clave es realizar todo el proceso de reconstrucción en el menor tiempo posible, lo que ayuda a prevenir edema, infección y, especialmente en manos, la rigidez articular.
El concepto de «reconstrucción primaria» se ha convertido en una práctica valiosa en el campo de la cirugía de la mano, enfocándose en reparar los tejidos dañados en una sola cirugía siempre que sea posible. El objetivo principal es proporcionar al paciente al menos una «pinza básica», que implica una muñeca estable, al menos dos dedos sensibles y móviles, y un espacio entre ellos para tomar objetos de diferentes tamaños.
La evolución en el manejo de lesiones graves en las extremidades ha sido significativa a lo largo del tiempo. Desde el concepto inicial de cierre de heridas de Guy de Chauliac en 1363 hasta la introducción del término «debridement» por Pierre-Joseph Desault en 1780, el enfoque en la limpieza y reparación temprana de las lesiones ha sido fundamental para mejorar los resultados en la reconstrucción de la mano.